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LAS ESCRITORAS DEL ROMANTICISMO EN ESPAÑOL. LITERATAS DEL S. XIX

LAS ESCRITORAS DEL ROMANTICISMO. LITERATAS DEL SIGLO XIX.

Profesor: Jesús V. Magdalena (filólogo, psicólogo y teólogo). Noviembre del 2018.

0-ÍNDICE

1-INTRODUCCIÓN ………………………………………………………………………………………………..1-2

2-EL ROMANTICISMO Y SUS REIVINDICACIONES …………………………………………………3-4

3-SOBRE LAS ESCRITORAS ROMÁNTICAS ……………………………………………………………..5-6

4-12 ESCRITORAS ROMÁNTICAS EN ESPAÑOL DE ESPAÑA ………………………………….7-16

Concepción Arenal

Robustiana Armiño

Cecilia Böhl de Faver

Rosa Butler

Rosalía de Castro

Carolina Coronado

Gertrudis Gómez de Avellaneda

Ángela Grassi

Eulalia Llanos

Enriqueta Lozano

María Josefa Massanés

María Mendoza de Vives

5-CONCLUSIONES ……………………………………………………………………………………………………16

6-BIBLIOGRAFÍA ……………………………………………………………………………………………………..17

1-INTRODUCCIÓN

      Ciertamente hasta llegar a la Edad Contemporánea a costado dios y ayuda el reconocimiento de estas escritoras en lengua castellana. Tanto el águila española como la mexicana o el cóndor sudamericano han tenido que incubar los huevos literarios durante siglos, para que el nuevo milenio ya reconozca su vuelo resiliente, en el que sus literatos polluelos alcanzar las mismas cotas por igual, tanto los masculinos como los femeninos. Una paciente y denodada labor de permanencia en el nido lingüístico, hasta que por fin, en el siglo XXI, superados los fantasmas machistas y sálicos propias de santas compañas, trasnos, fiuras, traucos y candelarias, tras casi mil años de tradición escritural, ha comenzado a conocerse en toda su extensión la completa y verdadera historia de la literatura en lengua castellana.

         Y ahora cada nación hispanohablante puede comenzar a reconocer tanto el vuelo de sus descendientes literarios masculinos como femeninos. Realmente siempre ha habido escritoras en castellano y especialmente en España, y así desde la Edad Media, tal y como nos indican M.ª del Carmen Marín Pina y Nieves Baranda (“Bibliografía de escritoras españolas (Edad Media-siglo XVIII). Una base de datos”) junto a los de la BIESES, Clara Janés ( en “Las primeras poetisas en lengua castellana”), el anónimo del IES Miguel Catalán (“Mujeres escritoras de la Edad Media”, WordPress) o Pilar Cabanes (“Escritoras de la Edad Media” , Universidad de Cádiz), ya desde el medievo eclosionaron perseverantes testimonios de escritoras femeninas, pero solo monjas o de rango nobiliario o trabajando para ellos como Jalwa Al-Abbar “Al-Miknasiyya (s. XI, aunque tan solo era capaz de expresarse probablemente en un cierto mozárabe), Leonor López de Córdoba (s. XIV, es autora de un escrito titulado Memorias de Leonor López de Córdoba donde narra los hechos de los que ella fue testigo) y en el siglo humanista (s. XV) emergieron figuras como Constanza de Castilla, Teresa de Cartagena, Isabel de Villena, Clemencia Isaura y Florencia Pinar.

          En la Edad Moderna la situación comienza a despegar en todas las literaturas europeas para las mujeres, pero todavía muy tímidamente. En las letras hispánicas se diversifican más allá de España, así en la América española emprenderán su propio vuelo celebridades literarias como sor Juana Inés de la Cruz, sor Juana de Maldonado, sor Francisca Josefa del Castillo, “Clarinda” o “Amarilis”.

          En la España del Renacimiento (s. XVI), también el papel de las monjas como escritoras es patente, así como la tradición de los seudónimos para evitar prejuicios. Destacaron las ibéricas monjas como Santa Teresa de Jesús, sor Ana de Jesús, sor Constanza de Osorio, sor Leonor de Ovando, sor Ana de san Bartolomé, sor Juana de Arteaga y sor María de san José, además de algunas excepciones aristocráticas como Isabel de Vega, Luisa Sigea (aunque escribiera sobre todo en latín), y la autora de la caballeresca “Cristalián de España”, Beatriz Bernal.

         El Siglo de Oro de las letras hispánicas (s. XVII) también lo fue para las autoras españolas, tanto como monjas o “sores” (María Jesús de Ágreda, Ana Abarca de Bolea, Dorotea Félix de Ayala, Juliana Morell, Marcela de san Félix, Cecilia del Nacimiento, Gregoria de santa Teresa, María de la Antigua,…), como aristocráticas y adineradas (Cristobalina Fernández, María de Zayas, Ana Caro, Marina de Carvajal, Feliciana Enríquez, Leonor de la Cueva, Bernarda Ferreira, Hipólita y Luciana Narváez, Mariana y Elena de Paz, “Arminda”, Antonia de Nevares, Luisa de Carvajal, Aldonza Aragón, Catalina de Mendoza, Isabel Correa, Luisa de Padilla, Silvia Monteser, Susana Vengoechea,…).

        Y el Siglo de las Luces (s. XVIII) fue tan infecundo para los escritores como para las escritoras. Por ello todavía no fue un siglo de grandes escritoras, y con todo sí iluminaron las letras castellanas. Su nueva luz hizo marchitar la figura de la monja escritora ahora ya en dique seco, pero no la aristocrática, situación que favorecía a la escritora burguesa que va cambiando de plumaje, y volando emancipadas de la religión como Ana M.ª Espinosa (hija de conde del Águila), Cayetana de la Cerda (condesa), M.ª Rosa Gálvez, María de Viera, M.ª Francisca de Navia (marquesa), M.ª Lorenza de los Ríos (marquesa), M.ª Rita Barrenechea (condesa), Josefa de Jovellanos, M.ª Gertrudis de Hore, Josefa Amar y Borbón, Gracia Estefanía de Olavide, Margarita Hickey y Pellizzoni, M.ª Laborda Bachiller, Adela Sánchez Cantos, M.ª del Pilar Sinués y Clara Jara de Soto.

      Y con todo esta práctica de vuelo literario ya novel bajo la sombra de los anfitriones masculinos, ya rasante por la moral religiosa, era tan abundante y pletórica que al florecer con todo su color se hizo imposible rechazarla u ocultarla, sonó con el romanticismo tan tronante como sus reivindicaciones femeninas tan propias ya del romanticismo. Y así su águila voló maravillosa en la Edad Contemporánea española, y entre sus retoños surgieron académicas de la lengua castellana (por ejemplo la RAE, aunque tardó 266 años en elegir la 1ª, Carmen Conde, han llegado hasta ahora 10, y en el siglo XXI aun solo hay 7 académicas, no la mitad: Carmen Iglesias, Margarita Salas, Inés Fernández, Soledad Puértolas, Carmen Riera, Aurora Égido y Clara Janés), las grandes laureadas literarias (como por ejemplo el Premio Nobel de Literatura de la chilena Gabriela Mistral). En fin, todo comenzó con un siglo XIX que prometía mucho, un auténtico pistoletazo de salida para el reconocimiento de todas las aves literarias españolas.

      El presente trabajo solo estudia la avanzadilla española del siglo XIX en su primer periodo romántico. Trabajos vendrán que proseguirán mejor con el testimonio de la grandeza de todas las letras en español.

2-EL ROMANTICISMO Y SUS REIVINDICACIONES

       Precisamente el romanticismo fue un movimiento artístico y literario que en el mundo hispanohablante se inició desde la primera década del siglo XIX. Nacen diferentes tipos de narraciones. Géneros literarios:

  • Predomina la prosa (narrativa). Nace el cuento y la leyenda, la crónica de viaje, el cuadro de costumbre, la biografía literaria, ensayos y memorias, pero sobre todo se produce una cantidad extraordinaria de novelas (históricas, sentimentales, costumbristas y en los últimos años la primera novela social-realista). Además el artículo y la prensa se convierte en el vehículo de transmisión de literatura y crítica literaria de la mayoría de ellos.

  • Poesía. Se consolida la poesía popular y se le da más importancia al literato. Se da la poesía de claro signo nacional y exaltación de la patria como la literatura “Gauchesca” (mucho más patente en las otras lenguas nacionales como la de la Renaixença en Catalán o el Rexurdimento en gallego)

  • Teatro, predomina tanto la tragedia histórica como la comedia de costumbres.

  • Descripción de problemas: Tratan de describir los problemas españoles como en los artículos de Larra o Fernán Caballero, o en los americanos de Martí o en los filipinos de Rizal y los redacta en sus obras.

  • Acumulación de sentimientos: Sobresale melancolía inspirada por pesimismo por las decepciones amorosas. Pero también la explosión trágico ante lo que parece imposible, y la exaltación heroica por ello.

  • Identificación por la Nación: Afirmar la identidad nacional o regional y la independencia cultural, muchos casos de literatura del mismo autor en varias lenguas.

  • Literatura comprometida con la exaltación del mundo gallego (Rosalía de Castro,…), americano (ex.: José Hernández en Argentina) o filipino y con la solución de sus problemas; más constaba de muchísimos autores y sus obras fueron muy importantes.

  • Repudio de lo imperial y centralista, admiración por lo francés (especialmente por Stendhal y Víctor Hugo) y anglosajón (sobre todo por Lord Byron), y exaltación del mundo antiguo y medieval.

      HISPANOAMÉRICA. Precisamente una de las ideas románticas más divulgadas en los territorios de habla hispana fue el de libertad y la literatura nacionalista también en castellano. Según expertos como Cedemil Goic y Felipe B. Pedraza (en sus respectivos compendios), y estudiosos como el presente autor e Irvin Marquina (“Romanticismos de literatura”) y el autor wikipédico del artículo ”Romanticismo hispanoamericano” destacaron en las LETRAS HISPANOAMERICANAS sobre todo ocho nombres: Ventura de la Vega (quien triunfó también en España), José Martí, José Mármol, Esteban Echevarría, Domingo F. Sarmiento, Ricardo Palma, Jorge Isaacs y José Hernández con su literatura gaucha y como “postrománticos” cabría citar al cubano Juan Cl. Zenea, el chileno Guillermo Blest, el colombiano Rafael Pombo, el venezolano Juan A. Pérez Bonalde y el argentino Olegario V. Andrade. No se incluyen como se ve grandes escritoras, como se echa en falta en compendios como el de Cedromil Goic (Vol. 2, la única destacada es Gertrudis Gómez) o artículos de época como la de Alfonso Reyes titulada “El paisaje en la poesía mexicana del siglo XIX” (1911) o en la de José Emilio Pacheco, titulada “La poesía mexicana del siglo XIX” (de Empresas Editoriales, 1966), quien cita a 26 poetas, pero ni una sola poetisa mexicana, o de los siete escritores colombianos destacados del periodo que se citan en este periodo en la Wikipedia (“Literatura de Colombia”) y en la antología de Lina Alonso, entre sus 20 Poetas colombianos del siglo XX cabe preguntar ¿Por qué faltan tantas poetisas?; y ¿no hay literatas o entre los 27 poetas argentinos citados en la Wikipedia en “Poetas de la Argentina del siglo XIX”?, aparentemente no hay poetisas,… Es evidente que tanto el águila centroamericana como el cóndor femenino sudamericano aun tenían que volar mucho más alto.

       FILIPINAS Y GUAM. La LITERATURA FILIPINA comenzó su “periodo de formación” como señala Luis Mariñas (“Literatura Filipina en Castellano”, Editorial Nacional) y Rocío Ortuño (“Literatura filipina en español”, en Cervantesvirtual.com) destacando al menos tres autores tardíos o de un segundo romanticismo como José Felipe del Pan, José Apolonio Burgos y José Rizal con su célebre Noli me tangere, obra que le pudo costar la vida en plena guerra de Independencia. Pero ¿Y las escritoras filipinas del romanticismo?

        ESPAÑA. En España, como se puede ver por expertos como Ricardo Navas (El romanticismo español, Editorial Cátedra) o Iris M. Zavala (en volumen 5º del compendio de Fco. Rico titulado “Historia y crítica de la literatura española”) y los articulistas propios como Elia Tabuenca (“Autores y obras del romanticismo literario español”, en unprofesor.com) o los wikipédicos (tanto el de “Literatura española del romanticismo” como el de “Escritores españoles del romanticismo”) hubo escritores citados como románticos tradicionalmente tanto tempranos como tardíos. Entre los más tempranos están los nacidos antes del XIX o entre sus dos primeras décadas como Juan Nicasio Gallego, Mn. José Quintana, Agustín Durán, Francisco Martínez de la Rosa, Antonio Gil y Zárate, Duque de Rivas y su cuñado marqués Leopoldo A. de Cueto, Antonio Alcalá Galiano, Mn. Bretón de Los Herreros, Ramón Mesonero Romanos, José de Espronceda, Mariano J. de Larra, José Zorrilla, Wenceslao Ayguals de Izco, Patricio y Narciso de la Escosura, y su quíntuple amigo Miguel de los Stos Álvarez (los seis últimos amigos de la tertulia de El Parnasillo), Juan Eu. Hartzenbusch, José Mª de Andueza, Isidoro Gali y Baus, Juan Arolas, Francisco Añón, J. Amador de los Ríos, Enrique Gil y Carrasco, Eduardo y Eusebio Asquerino, Nicómedes Pastor Díaz, Antonio Flores, Ramón de Campoamor, Fermín Caballero, Juan N. Böhl de Faver y una sola mujer, Cecilia la hija de Juan Nicolás, pero con seudónimo masculino, “Ferrán Caballero”. Otro tanto podríamos decir del “Romanticismo tardío español” de los ya nacidos a partir de la segunda década del XIX donde destaca la gran figura ultraconocida de Gustavo A. Bécquer, Gaspar Núñez de Arce y otros autores como Pedro Antonio de Alarcón, Manuel Tamayo, Antolín Faraldo, Augusto Ferrán, José Rúa Figueroa, y otros, destacando en la literatura tradicional tan solo a otra mujer, Rosalía de Castro. ¿De verdad había tanta sequía de escritores con tan buen abono en la tradición histórica de nuestra literatura?

En España, lo veremos mejor en los apartados siguientes,…

3-SOBRE LAS ESCRITORAS ROMÁNTICAS

       Muy de acuerdo con el autor anónimo del artículo titulado: ”Las escritoras del romanticismo: una generación valiente”, las escritoras del romanticismo marcarían un antes y un después en la literatura española en general y en el feminismo en particular. Y también de acuerdo con el artículo de Patricia Úbeda efectivamente si vemos en los libros de texto de Secundaria y de Bachillerato encontramos a muy pocas escritoras.

           Durante la época romántica en España, había una transición a lo largo de la cual la mujer empezaba a conseguir sus propios derechos. Como nos recuerdan Susan Kirkpatrick (en “Las Románticas: Women Writers and Subjectivity in Spain, 1835-1850”) y Marina Mayoral (en “Escritoras románticas españolas”), en un mundo en que la existencia femenina era limitada al mundo doméstico, la mujer era definida por sus relaciones con los hombres y la casa. No era vista como un individuo autónomo, sino como la extensión de su marido, se buscaba siempre “la perfecta casada” . O sea, la subjetividad femenina se entendía solo dentro de la esfera doméstica. Por su parte, autoras como Ángela Grassi o Concepción Arenal cuestionaban esta imagen patriarcal al reconocer las relaciones de desigualdad que este prejuicio social mantenía. Tanto Grassi, Arenal y la mayoría de autoras españolas e hispanoamericanas que veremos en este empezaron a luchar por una paridad de roles a través de la literatura. Sin embargo, a pesar de todos estos esfuerzos, el progreso quedaba bastante circunscrito, como veremos en la RAE ni Gertrudis Gómez ni su amiga Emilia Pardo fueron sálicamente aceptadas, todos y solicitarlo muy meritoriamente. Sus producciones poéticas estaban sujetas a fuertes presiones sociales que exigían temáticas apropiadas y formatos tendenciosos. En otras palabras, durante la época, “por el mero hecho de escribir y dar sus escritos a la prensa, una mujer se exponía al ridículo o la desaprobación” (Museo Romántico). Un ejemplo de este rasgo tendencioso y prejuicioso del papel de las mujeres en el campo literario era marcado por las revistas escritas exclusivamente para mujeres desde los 1820s hasta su apogeo en los 1840s y las décadas después. Las revistas de los años 1820 y 1830, tales como el “Periódico de las Damas” (1822-1823) y “El Correo de las Damas”(1833-1835), eran escritas por hombres para un público femenino, pero otras no menos populares como “El Defensor del Bello Sexo” (1845) también empezaban a verse compuestas de artículos y poemas por mujeres.

        Como hemos señalado anteriormente referente a la Hispanoamérica del periodo románticos, al igual que en Filipinas, solo con un estudio más profundo y localista podría encontrarse verdaderas escritoras de novelas, ensayos, dramas y poemas en aquellos lares. Por ello nos vamos a centrar en la pequeña España, para dar un testimonio suficiente de la voz literaria de la romántica literatura femenina hispanohablante. Pero tampoco, en la vieja iberia europea, en este asunto estaban las novicias para echar carillones, campanas y fanfarrias al vuelo. Si observamos en el apartado del Romanticismo, o los tradicionales compendios de Historia de la Literatura en España (de Juan Luis Alborg, de Felipe B. Pedraza y Milagros Rodrígues, de Francisco Rico y Iris M. Zavala, de D.L. Shaw, Franscis nos aparece tan solo a “Fernán Caballero” y/o Gertrudis Gómez en el primer romanticismo y Rosalía de Castro en el segundo, como miembros casi secundarios). Esta tendencia la ha seguido compendios de visión más amplia como la Historia de la Literatura universal de Martí de Riquer y José L. Valverde.

          La prosa, la lírica, el teatro o el periodismo, fueron los géneros donde los autores de la época plasmaron sus desasosiegos, su propia intimidad, su amor pasional o sus reivindicaciones sociales. Y es ahí donde entran en acción, frente a las adversidades y el rechazo, un grupo de mujeres escritoras que se habrán de enfrentar a muchos inconvenientes (serían incluso tildadas de “marimachos”), pero que sabrán, no sólo salir adelante, si no triunfar en lo que hacen.

           Esta sería quizás la primera generación de mujeres que tuvo conciencia de si misma como “mujeres escritoras”. Ellas no sólo fueron valientes en un mundo de hombres, sino que estuvieron, en muchos casos, comprometidas con las causas de los desfavorecidos y lo plasmaron, tanto en sus escritos como en sus acciones. Desde la página wikipédica titulada “Escritores de España del romanticismo” y estudios como el de Helena Establier Pérez ((“La novela histórica escrita por las mujeres en los albores del Romanticismo (1814-1833): creación original y adaptación de la literatura francesa en España”)) encontramos un primer listado, aunque confuso tanto por sus fechas de nacimiento como por el estilo no romántica de la mayoría de sus obras. Con todo, en paralelismo con la masculina, los movimientos literarios auténticos son como las modas de cada generación (no incluiremos aquí las realistas o naturalistas posteriores). Así asignables en puridad al movimiento romántico, especialmente al primero, llegarían a la decena, por tanto nacidas hasta las cercanías de 1826 (las posteriores ya las asigné en otro trabajo a la Generación del 68) y excepcionalmente poco posteriores, pero claramente por estilo y temática fusionables a las románticas otras dos vistas como “tardías”: 1) DEL PRIMER ROMANTICISMO, Concepción Arenal, Robustiana Armiño, Cecilia Böhl de Faber (Fermín Caballero), Rosa Butler, Carolina Coronado, Eulalia de Llanos, la hispanocubana Gertrudis Gómez de Avellaneda, Ángela Grassi, Mª Josefa Massanés, Mª Mendoza de Vives y del tardío a Rosalía de Castro y Enriqueta Lozano.

       Además, no con las citadas está agotado el cupo de ellas, pues hay autoras sistemáticamente ignoradas y difícilísmas de estudiar de no ser por trabajos como el Helena Hestablier, y ahora también el mio, quien cita las novelas y obras históricas editadas entre 1814-1833 del ramillete magnífico de escritoras como Casilda Cañas de Cervantes (“La española misteriosa,…”), Micaela Nesbitt (“Zulima”,…), Antonia Tobar y Salcedo (“Reinaldo y Elina,…) y María Belloumine (“La invención del órgano,…). De acuerdo con dicho trabajo nos confirma que la literatura femenina del momento, período fernandino (1814-1832), consolidó una tendencia característica de la escritura femenina decimonónica, el cultivo de la novela histórica, o de una visión histórica repleta y fundada en épocas anteriores con su dolores y alegrías, amores y desengaños, pero que no brilló en el siglo de no ser bajo la pluma de autores masculinos ya citados, u otras posteriores como Pilar Sinués, Ángela Grassi o Teresa Arróniz. También constituyen para nuestros estudios un magnífico ejemplo de adaptación de la literatura francesa en el primer tercio del siglo XIX, caracterizado por la escasa producción narrativa de factura nacional masculina.

4-12 ESCRITORAS DESTACADAS DEL ROMANTICISMO EN ESPAÑOL DE ESPAÑA. SIGLO XIX.

        También organizaron sus tertulias y disputas desde principios del siglo XIX, la más conocida y citada por el mismísimo dios de la novela realista, Benito Pérez Galdós, fue la tertulia de la madre de Cecilia Böhl de Faber que veremos después, y que fue así la precursora de la literatura femenina del romanticismo. Se podría decir que el punto partida de muchas escritoras del romanticismo español fue Frasquita Larrea (Cádiz, 1775-1838), quien para algunos estudiosos como Antonio Orozco Acuaviva debería ser tenida como la primera romántica española, tanto por ser la madre de la ejemplar romántica Ferrán Caballero, como por ser la difusora crucial de las ideas románticas en su tertulia, tan bien testimoniada por Benito Pérez Galdós (con sus Episodios Nacionales) y Antonio Alcalá Galiano, especialmente por las perseverantes disputas con la segunda precursora romántica, Margarita López.

          Doña Frasquita estuvo innfluenciada sobre todo por el romanticismo alemán que conocía de primera mano por su familia política , todo ello bien aliñado con las ideas de la feminista Mary Wollstonecraft. En cambio Margarita López de Morla estudió en Inglaterra, e incluso conoció personalmente a Lord Byron, empapándose de todas las ideas románticas inglesas. Podría decirse que ambos “romanticismos” dividieron tanto a nuestros escritores masculinos, como a los femeninos. Unos muchos más tradicionalistas, católico-espiritualistas, y de usa visión de la mujer más dulce y hogareña, de tradición germánica (Rosalía de Castro, Rosario de Acuña, Concepción Arenal, Ángela Grassi, Enriqueta Lozano, …) y otro más liberal, menos religioso o antirreligioso, donde el feminismo es antitradicional y comprometido con la sociedad, de carácter inglés (como Fernán Caballero, Concepción Arenal, Carolina Coronado, Gertrudis Gómez, Eulalia de Llanos, M.ª Josefa Massanés, …).

    12 REPRESENTANTES DEL ROMANTICISMO FEMENINO EN ESPAÑOL:

1-CONCEPCIÓN ARENAL (Ferrol, 1820-Vigo, 1893)

       Venía de una familia castrense que le inculcaron un gran sentido de la justicia y la patria y la fe católica a machamartillo. Aquel impulso la condujo hacia la universidad y la facultad de derecho donde se licenció soñando con salvar lo más pobre de la patria. Perteneció a la Sociedad de San Vicente de Paul, colaborando activamente desde 1859. Defendió a través de sus publicaciones la labor llevada a cabo por las comunidades religiosas en España. Llegó a simpatizar con algunas personalidades como Federico de Castro y a colaborar en el Boletín de la Institución Libre de Enseñanza (BILE). A lo largo de su vida y obra denunció la situación de las cárceles de hombres y mujeres, la miseria en las casas de salud o la mendicidad y la condición de la mujer en el siglo XIX, en la línea de las sufragistas femeninas decimonónicas.

       Concepción Arenal es una de las pioneras del feminismo en España. Su primera obra sobre los derechos de la mujer es “La mujer del porvenir” (1869) en la que critica las teorías que defendían la inferioridad de las mujeres basada en razones biológicas. Su posición es la defender el acceso de las mujeres a todos los niveles educativos aunque no en todos los oficios ya que considera que no están capacitadas para ejercer la autoridad del mismo modo que los hombres de su tiempo.

      De su producción literaria destacan sus “Fábulas en verso originales” (1851), “Cartas a los delincuentes” (1861) y “Cuadros de guerra”.

2) ROBUSTIANA ARMIÑO (Gijón, 1821-Madrid, 1890)

       Siendo hija de un farmacéutico y de familia modesta, no pudo aspirar a grandes estudios. No recibió una buena educación, sino que se formó como autodidacta, aprendiendo por sí misma varios idiomas. Desde la adolescencia escribió y publicó poemas en la prensa, con sensibilidad e imaginación suficientes como para granjearse un notable prestigio; así, por ejemplo, en “El Nalón” y “Revista de Asturias”, de Oviedo, o en los periódicos pacenses “El Guadiana” y “El Pensamiento”. Decidió unirse a la corriente literaria del romanticismo asistiendo a la Academia Artística y Literaria gijonesa y a la que también acudía una joven poetisa liberal, Eulalia de Llanos. Gracias a ello publicó algunos de sus poemas en la revista madrileña, “La Primavera” (1846).

      Sostuvo correspondencia con Juan Eugenio Hartzenbusch, quien fue su mentor; las contrariedades que le causó armonizar su fuerte vocación literaria con los deberes de mujer casada la hicieron pesimista y sombría.

       Fue reconocida socia meritoria del Liceo de La Habana, colaboradora del “Diario de la Marina” publicado en esa misma ciudad y socia del Liceo de Badajoz. Colaboró también ocasionalmente en “El Eco del Comercio” y en “Ellas” y, sobre todo, en el semanario carlista “Altar y Trono” entre 1869 y 1872; en 1864 fue la primera mujer en España en ejercer el periodismo en solitario fundando la revista semanal “Ecos del Auseva”.

      Su novela Dramas de la costa fue publicada por entregas en La Ilustración Gallega y Asturiana (1880); transcurre en Albandi y Candás. Hay edición crítica moderna a cargo de Luis Alberto Prieto García.

3) CECILIA BÖHL DE FAVER (Suiza, 1796-Sevilla, 1877)

     Era hija de un diplomático de grandes ambiciones culturales, y gran promotor del romanticismo en España y una española castiza, Frasquita Larrea, que la fueron guiando en su vida literaria, pero no tanto en la sentimental. Casándose tres veces y saliendo de ellos no siempre bien parada.

      Tomó el pseudónimo de “Fernán Caballero” de la población homónima ciudadrealeña. El motivo de su pseudónimo según ella es: «Gustóme ese nombre por su sabor antiguo y caballeresco, y sin titubear un momento lo envié a Madrid, trocando para el público, modestas faldas de Cecilia por los castizos calzones de Fernán Caballero.» Influyó en ella o bien que al ser lugar por el que pasara le gustara la resonancia del nombre o porque conociera un crimen pasional que tuvo amplio eco en la prensa del momento. En torno a 1852 se desveló quién era “Fernán Caballero”, hecho que hizo que se propusiera como personalidad pública con un proyecto político radical. Su fracaso repercutiría en el resto de su vida. También comentó otros varios motivos del pseudónimo, uno era evidente para evitar el rechazo de su obra por ser mujer, el otro más polémico, no le gustaba que se la relacionara con las otras autoras del momento.

      También mantuvo correspondencia con Hartzenbusch con el que se puso en contacto para vender la biblioteca de su padre. También mantuvo correspondencia con Rosalía de Castro, a la que le unió una gran amistad que, sin embargo comenzó con reproches. La poeta gallega le había dedicado su libro Cantares pero Fernán Caballero, tras llamarla «ruiseñor de Galicia» le reprocha las acusaciones contra los castellanos y el uso de palabras en gallego que no entendía.

     Tal como nos comenta el autor del artículo dedicado a la autora de la Wikipedia (quien cita a estudiosos de la autora como Mercedes Comellas y Milagros Fernández Poza), Fernán Caballero no sintió aprecio por sus obras a las que consideraba meros ejercicios en las lenguas que conocía y que se habían publicado contra su voluntad. Esto, al menos, relata el Padre Coloma en sus Recuerdos de la autora. Ello no le impidió dar sus ideas de qué tipo de novela es preferible, decantándose por la novela de costumbres con los siguientes elementos: «usos, dichos, cuentos, creencias, chistes, refranes». La novela debía ser útil, después agradable. Para la posterior seguidora decimonónica Blanca de los Ríos supuso el primer intento de folklorismo español. Estas novelas tenían un carácter eminentemente didáctico, preconizando una férrea moral y alabando la vida pobre pero honrada del pueblo andaluz. Concebía sus novelas como documentos que reflejaban fielmente la vida cotidiana. Para ella la trama era el marco porque lo interesante era el ambiente.

      Este afán de adoctrinamiento moral fue duramente criticado ya en vida de la autora y sus obras levantaron una gran polémica que respondía a posturas ideológicas y no literarias, reflejo de la situación de división en la sociedad española.

     La gaviota fue escrita en francés, traducida al castellano por el editor José Joaquín de Mora, en entregas en el Heraldo. En una carta dirigida a él, le reprocha que hubiera incluido también el prólogo que estaba dedicado a lectores extranjeros. En este prólogo expone su intención de ofrecer otra imagen de la mujer española, diferente a la del Romanticismo europeo, en la que se identificaba a esta como sensual, independiente y pasional; es decir, lo contrario a una esposa y madre abnegada. España no solo era el tópico de toreros y gitanas; los campesinos, los nobles eran en esencia modestos y virtuosos. Su personaje principal, Marisalada, es el prototipo de mujer española pasional, independiente y egoísta que terminará viviendo una mísera vida. La moraleja es clara ya que había renunciado a su femineidad al ser orgullosa y mala esposa.

      Clemencia (1852) será su obra más ambiciosa y la quiso publicar en volumen. En ella plantea su ideal de mujer española: modesta, virtuosa y que, instruida, sepa controlar sus pasiones. Y, por supuesto, religiosa. De este modo sería no solo buena esposa sino también buena madre. Defiende la necesidad de la instrucción de la mujer para defenderse de las tentaciones del mundo. Además los personajes que leen son los más buenos y virtuosos.

      Fernán Caballero utiliza el lenguaje como elemento diferenciador de los personajes: el pueblo usará continuamente refranes, expresiones coloquiales, dichos, cuentos, coplas mientras que la aristocracia,el otro gran grupo que quiere representar usará neologismos y , sobre todo, galicismos puestos de moda en esa época. En su universo existe una evidente confrontación entre lo noble que surge de lo más profundo del pueblo español y lo que viene a enturbiarlo, ya sea extranjero y sus modas o el incipiente capitalismo.

4) ROSA BUTLER (Jaén, 1821-s.XIX)

      También era hija de militares, pero quedó huérfana bien pronto y fue acogida por sus tíos. Desde muy joven sintió una gran inclinación por la literatura, decantándose por la poesía como el género de mayor afinidad con su carácter y creatividad. Es considerada como una gran poeta, pese a la escasez de su producción debido fundamentalmente al abandono temprano de esta vocación poética.

      Su poesía se encuadra perfectamente en las características de la estética romántica imperante en Europa durante gran parte del siglo XIX. Se inició su vida pública como poetisa con el poemario titulado “La noche y la Religión” (1849). En esta obra se da la combinación de tópicos románticos (como es la noche) con los sentimientos religiosos de la autora. El libro está compuesto por un único y largo poema dedicado a don Tomás García Luna. También trabajó colaborando en obras colectivas como las tituladas “Corona poética” (1855), aportando el poema “De patriótico amor sublime rayo”, y en “El álbum de la bellas” (Sevilla, 1849), con el poema titulado “Las orillas del Guadaíra”.

      Como también citan Tes Nehuen (2017) y el autor del artículo sobre Rosa Butler de la Wikipedia (que incluye citas de estudiosos de la autora como Ramón de la Huerta y Carmen Simón Palmer) también se pueden encontrar poemas de Rosa Butler y Mendieta en los medios de publicación de su ámbito local como “El Regalo de Andalucía” (Sevilla, 1849), “La España Literaria” (Sevilla, 1862) y “El Pensil Gaditano” (1857). Anteriormente Butler había colaborado en la publicación “La Mujer”, que estaba editada por un grupo de feministas moderadas que tenían como líder a María Verdejo y Durán y contaban con la colaboración de otras literatas del siglo XIX como Josefa Moreno y Nartos, Ángela Grassi, Amalia Fenollosa, Vicenta Villaluenga, Robustiana Armiño de Cuesta, Venancia López Villabrile, Ángela Morejón y María Francisca Díaz. Además, tras su muerte se encontró un ensayo épico obra suya, titulado “La creación del mundo” (1883).

5) ROSALÍA DE CASTRO (Santiago de Compostela, 1837-Padrón, 1885)

       Hija de un cura, y bautizada como hija de padres desconocidos. Así pues, esta hija bastarda fue la más legítima de Galicia y por partida doble, tanto para la lengua gallega como para la castellana. Si casi participa en los mismos Juegos Florales que María Josefa Massanés siento esta tan representativa para el romanticismo español como para la Renaixença catalana, Rosalía de Castro lo fue más tanto para el castellano como mejor para el Rexurdimento gallego.

     Aunque su par en las letras gallegas fuera su marido, Manuel Murguía, en las letras castellanas lo fue por la quinta y estética literaria, Gustavo A. Bécquer a quien conoció personalmente en 1870. Y dado el torbellino de contactos entre estos escritores del romanticismo español, algunos críticos (como por ejemplo Isabel Nabas Ocaña en “Avellaneda y Bécquer, del magisterio femenino a la biografía sentimental”, en Acta lit.  no.54 Concepción jul. 2017) han sugerido un epistolario entre ambos que destruyó nuestra autora, sobre todo por las muchas influencia claras de la autora en las “Rimas” becquerianas y viceversa (otro tanto se dice respecto a Bécquer y Carolina Coronado y de la influencia de Gertrudis Gómez y Cecilia Böhl de Faber en las Leyendas de Bécquer).

       Su primer libro, La flor, se publicó en Madrid en 1857, y aunque no le dio la fama si la motivó a seguir escribiendo. Su primera obra de madurez, el libro de poemas A mi madre (1863), al cual siguieron los Cantares gallegos (1863, original en gallego), canto a su Galicia rural, lleno de añoranza y denuncia ante la explotación de los segadores por parte de Castilla.

      En 1866 retomó la novela con Ruinas (1866), que trataba de la historia de tres mujeres ejemplares y desdichadas en el seno de un ambiente nuevo del que desconfían. Un año después se publicó su obra narrativa más meritoria, El caballero de las botas azules (1867), novela misteriosa y fantástica que conecta con lo mejor de su labor lírica.

       Cierran su producción literaria en castellano la novela El primer loco (1881) y el poemario en lengua castellana En las orillas del Sar (1885); este último continúa la línea de meditación metafísica iniciada con Follas novas (original en gallego), si bien acentuando esta vez el sentimiento religioso.

     La literatura de Rosalía se mueve entre dos vertientes: 1) solidaria o social con los paupérrimos pescadores y campesinos gallegos; 2) y otra metafísica, casi existencial, con la que es equiparable con Gustavo A. Bécquer en tanto que representante tardía del Romanticismo español, si bien esta relación viene más por la comunidad de fuentes literarias que por una real afinidad de actitud literaria y vital. Bécquer y Rosalía son señalados por la crítica como los iniciadores de la poesía española contemporánea; los versos de Rosalía anticiparon aspectos del modernismo de Rubén Darío, y su influencia se extendió, a través de Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez, a las Sinsombrero de la Generación del 27.

6) CAROLINA CORONADO (Almendralejo, 1820-Lisboa, 1911)

        Miembro de una familia numerosa (9 hermanos) estuvo envuelta en un hogar convulso que no impidió sus aficiones literarias. Sus primeros poemas datan de la temprana edad de 10 años. Con un lenguaje algo desaliñado e incluso con errores léxicos y ortográficos, pero espontáneo y muy cargado de sentimiento, motivado por amores imposibles entre los cuales destaca Alberto, su supuesto primer compañero, de quien se duda si realmente llegó a existir, y que murió en el mar. La afección de catalepsia crónica que padecía, posiblemente contribuyó a su temperamento romántico, llegando a «morir» varias veces, lo que hizo que se obsesionase con la idea de poder ser enterrada en vida.

       Las primeras composiciones de Carolina son poesías. La primera de ellas que fue publicada en dos diarios se titula “A la palma”.

     La literatura fue para Carolina un oasis donde refugiarse de su naturaleza enfermiza, contando también con varias depresiones de carácter nervioso a lo largo de su vida, agravadas por las pérdidas de sus hijos. Sin embargo, detrás de esta imagen de mujer débil y delicada se esconde una dilatada existencia con gran fortaleza latente, que le permitió desarrollar una respetable carrera.

      Participó también en la campaña contra la esclavitud, llegando a ser, con Concepción Arenal, del cuadro dirigente de la Sociedad Abolicionista de Madrid. En 1868 se fechan los versos “A la abolición de la esclavitud en Cuba”, poesía que provocó un escándalo político al ser declamada en público el 14 de octubre, poco después de estallar la Revolución del 68.

      Harztenbusch, quien fue un buen consejero y maestro, fue muy receptivo a los trabajos que presentó Carolina. Se tomó muy en serio su trabajo y le hace recomendaciones y correcciones que le sirven de gran ayuda en su trayectoria. Fue su principal sostén y apoyo. Prologó el volumen de poesías escrito por la poeta extremeña y esta le dedicó la obra “La voluntad demostrada de escribir la introducción”.

     Aparte de Harztenbusch, otros escritores de la época como Donoso Cortés, Bretón de los Herreros, Martínez de la Rosa, recibieron con los brazos abiertos a Carolina Coronado en el mundo de las letras. Le dedicaron poesías y gratos juicios, sin perder de vista el tono condescendiente del que a veces hicieron gala. Como respuesta a esta gran acogida, Carolina pudo participar y fue bien recibida en instituciones como el Liceo Artístico y Literario de Madrid y le invitaron a participar en homenajes de poetas y escritores contemporáneos. Pero, a pesar de ello, también se dejaron oír comentarios peyorativos que tildaban a la escritora de pedante.

      Aunque su primer vuelo literario fue con la lírica, Carolina Coronado no dudó en practicar otros vuelos revelando así la versatilidad de su espíritu. Algunas de sus obras en prosa se publicaron por entregas en semanarios y periódicos. Su producción literaria fue diversa: novelas, como Jarilla, Paquita, Adoración, Luz; La Sigea, La rueda de la desgracia, manuscrito de un conde, El Oratorio de Isabel la Católica y la inacabada Harnina; y múltiples célebres ensayos como “Los genios gemelos”, “Primer paralelo: Safo y Santa Teresa de Jesús”, “Un paseo desde el Tajo al Rhin, descansando en el Palacio de Cristal”, “Galería de poetisas contemporáneas”, “España y Napoleón” y “Anales del Tajo”. También se conocen algunos títulos de obras teatrales que se estrenaron como “El cuadro de la Esperanza”. Narrativa epistolar y otros artículos completan la producción de esta gran escritora que el tacaño Tiempo ha intentado ocultar para él solo.

7) GERTRUDIS GÓMEZ DE AVELLANEDA, “Tula” (Cuba, 1814-Madrid, 1873)

      También procedente de una familia castrense (aunque tuvo dos padres) y numerosa (aunque solo sobrevivió ella y un hermano), que aparentemente no le permitiría estudiar, pero fue una de las mejores autodidactas de su tiempo.

       En 1840 se marchó a Madrid, donde se instaló e hizo amistad con literatos y escritores de la época, entre otros, al poeta Gabriel García Tassara con el que mantuvo una calenturienta relación que le aportó una hija aunque como madre soltera. Al año siguiente publicó con gran éxito en la capital de España su primera colección de versos titulada “Poesías”, que contenía el soneto «Al partir» y un poema en versos de arte menor dedicado, como indica su título, «A la poesía». En 1841 publica su novela Sab.

      En 1842 publica Dos mujeres, la novela, obra en la que defiende el divorcio como la solución a una unión no deseada, cosechando sus primeros detractores por el abierto feminismo que ya destaca en su obra. Su tercera novela será Espatolino, obra de corte social, en la que denuncia la terrible situación en que se encuentra el sistema penitenciario de entonces (como tanto Carolina Coronado y Concepción Arenal habían denunciado). En 1844 estrena “Alfonso Munio” su segunda obra de teatro. El triunfo fue apoteósico y la fama de la escritora sube a niveles insospechados.

      En 1845 obtuvo los dos primeros premios de un certamen poético organizado por el Liceo Artístico y Literario de Madrid, momento a partir del cual Avellaneda figuró entre los escritores de mayor renombre de su época, convirtiéndose en la mujer más importante de todo Madrid, después de Isabel II. De esta época son sus principales obras como el relato Guatimocín (1847) y sus piezas teatrales Saúl (1849) y Baltasar (1858), considerada esta última una de las obras maestras del teatro romántico.

      Movida por el éxito de sus producciones y acogida tanto por la crítica literaria como por el público en 1853 a raíz de la muerte del poeta Juan Nicasio Gallego, su gran amigo y mentor, presentó su candidatura a la Real Academia Española, pero el sillón fue ocupado por un hombre. Los misóginos académicos de entonces no lo permitieron, pues como se ha dicho solo fue posible en 1979 con la primera de la RAE, Carmen Conde (también se lo negaron a su amiga, la mismísima Emilia Pardo Bazán con la que se escribió ¡¡!!).

       Por motivo sanitarios de su 2º esposo regresó a Cuba, donde fue muy bien recibida y en una fiesta en el Liceo de la Habana fue proclamada poetisa nacional. Durante seis meses dirigió una revista en la capital de la Isla, titulada “Álbum cubano de lo bueno y lo bello” (1860). A finales de 1863 moría su esposo, lo que acentuó su espiritualidad y entrega mística hasta que prefirió volver a España.

     Por esto último también esta considerada como una de las precursoras de la novela hispanoamericana, junto a M.ª Josefa García Granados (“Pepita”, 1796-Guatemala, 1848), María Josefa Mujía (Bolivia, 1811-1888), M.ª Bibiana Benítez (Puerto Rico, 1783-1873) y su sobrina Alejandrina Benítez (Puerto Rico, 1819-1879), Juana Manso (Argentina, 1819-1875), Mercedes Marín (Chile, 1804-1866), Rosario Orrego (Chile, 1834-1879), Amelia Denís Icaza (Panamá, 1828-1911), Clorinda Matto de Turner (Perú, 1852-1909), Manuela Gorriti (Argentina, 1818-1892) y Mercedes Cabello de Carboneda (Perú, 1845-1909). Siendo así valorada desde su época doblemente como una de las figuras clave del romanticismo hispanoamericano y español, siendo característico el tratamiento que dio a sus personajes femeninos, por lo que la convirtieron en una de las precursoras el feminismo moderno de España e Hispanoamérica.

8) ÁNGELA GRASSI (Italia, 1823-Madrid, 1883)

      De claros ascendientes italianos, se trasladó a España a los seis años con la música de su padre. Esta experiencia llegaría a ser un tema importante en las futuras obras de Grassi en forma de la nostalgia que siempre tenía por su “paraíso perdido”, su patria italiana.

       La mayoría de sus obras, casi exclusivamente publicadas en folletines, se caracterizaban por sus tramas amorosas de finales felices. A menudo las historias son didácticas en su afán de predicar los valores tradicionales de la época con digresiones moralizantes. Grassi solía lamentar la pérdida de las costumbres tradicionales, el peligro de una libertad mal entendida y el frío racionalismo de la época que había dejado a la mujer en un estado de desilusión. Grassi colaboró con algunos autores del momento como Mesonero Romanos, Hartzenbusch y Antonio Ferrer del Río, quienes fueron los que la animaron a escribir regularmente por la revista “Crónica de ambos mundos”.

        Desde 1860 escribió toda una serie de novelas sentimentales en vez de dedicarse a la poesía y al teatro como antes. Supo adaptarse a las nuevas demandas de una sociedad en desarrollo económico y con sus folletines pedagógicos aconsejaba la mujer comprometida con su familia, pero también con la sociedad. Así, sus obras promovían los vínculos familiares a fin de enseñar la importancia del amor desinteresado. Pero otras eran más claramente reivindicativas de la dignidad y paridad femenina en la familia y en la sociedad como en el El primer año de matrimonio,Cartas a Julia y en El copo de nieve, donde parece cuestionarse el tratamiento de la mujer.

       Muchos de los temas de las novelas de Grassi, tales como la religión, la maternidad y el amor también son evidentes en sus poemas como «La Fé», «Consejos de una madre a su hija» y «Recuerdos de la Patria». En 1871 logró publicar una colección titulada “Poesías” , libro que la misma Grassi definió como “páginas arrancadas a la historia de mi vida” “palpitaciones de mi corazón” y “ensueños de mi mente”. Su poesía romántica formó una parte importante de la literatura femenina de la época y la crítica actual sigue celebrando su lirismo subjetivo.

      Todo y que Grassi decía rechazar la ideología subversiva de románticos como Byron y Espronceda, se adhirió al romanticismo, usando su imaginación y sus experiencias personales en la vida para crear lecciones de virtud, no de rebeldía romántica en sus historias, pero para reivindicar no solo derechos nacionalistas, sino la dignidad del rol social de las mujeres. Por ello, Angela Grassi fue una escritora de mujeres y para mujeres. Por lo general sus protagonistas femeninos, las madres, las hijas y las esposas, eclipsan a los personajes masculinos. Aunque este rol social lejos de ser revolucionario, es de lo más tradicional con su familia y marido, pese a que sí existen algunos trasfondos feministas para protestar discretamente contra la hipocresía social y reivindicar los derechos y la dignidad de las mujeres.

       Recibió diferentes premios y reconocimientos. En 1866 por su novela Las riquezas del alma, ingresó en la galería de escritores españoles contemporáneos y en 1873 le fue otorgado el Premio Rodríguez Cao por su obra más melodramática, La gota de agua. Grassi recibió mucha atención internacional cuando su libro de lecturas instructivas, Palmas y laureles (1876) se hizo obligatorio en las escuelas públicas de la República de Venezuela. También tuvo con su hermano su propia revista, El Correo de la Moda, revista que ella misma dirigió entre los años 1867 y 1883.

       Ella también escribió numerosos artículos para la prensa especialmente en El correo de la Moda, El Pensamiento, La Ilustración Católica y La Violenta. La mayor parte de sus artículos y folletines en estas publicaciones se caracterizaban por su apoyo de los valores conservadores dada la nueva mentalidad social de la época y la censura de las citadas publicaciones periódicas femeninas. Las novelas populares de Grassi, Lealtad de un juramento (1844), El bálsamo de las penas (1864), Los copos de nieve (1876), Los juicios del mundo (1884) y El favorito de Carlos III (1887), fueron publicadas por primera vez en las páginas de El Correo de la Moda, al igual que las reimpresas de El lujo (1881) y Las riquezas del alma (1882).

9) EULALIA DE LLANOS (Gijón, 1809-1865)

     Hija del capitán Benito Llanos Cifuentes, liberal, y su esposa Antonia Noriega. Su vida transcurrió en el principado, desplazándose de Gijón a los pueblos asturianos de Corao y Llabra. Conoció a Plácido Jove y Hevia, estudiante de Leyes, que creó en Gijón la Academia, donde se divulgaban los principios del Romanticismo y a la que Eulalia asistió en 1842 junto a la también autodidacta y joven poetisa gijonesa Robustiana Armiño Menéndez, pero, al contrario que Robustiana, que era carlista, Eulalia era liberal. Tuvo por mentor al poeta Manuel José Quintana gracias a que frecuentaba actos académicos del Instituto Jovellanos. Parte de esta obra literaria se reunió tras su muerte en “Colección de Composiciones Poéticas de la Señorita Dª Eulalia de Llanos y Noriega” publicadas por su hermana la Señorita Doña Teresa, Gijón, Imp. y Lit. de Torres y Compañía, 1871. La obra de Eulalia de Llanos puede clasificarse como feminista y existencial, al tiempo que en ella se ven claros enfoques patrióticos, cristianos, con una visión cosmopolita del mundo y una admiración por el avance tecnológico del momento.

10) ENRIQUETA LOZANO (Granada, 1829-1895)

       Otra muchacha nacida en un ambiente castrense tuvo profesor particular los primeros años, pero pronto tuvo que valerse por sí misma, al quedar pronto sin madre y con el padre inválido. Continuó aprendiendo de forma autodidacta durante toda su vida. En 1846 publicó su primera poesía titulada «En la tumba de mi madre» en el diario El Capricho. Al año siguiente de 1847 estrenó, interpretando ella misma el papel protagonista, y publicó la obra teatral Una actriz por amor. Ese mismo año fue nombrada Académica-Profesora de Ciencias y Literatura, socia de mérito del Liceo Artístico y Literario de Granada. Fue también miembro de la Sociedad de Amigos del País de la misma ciudad.

      Contó con apoyo y amistad de importantes personalidades e instituciones de la cultura local y nacional, como Carolina Coronado, Fernán Caballero, el propio Liceo, el Ayuntamiento de Granada y especialmente del poeta granadino José Salvador de Salvador. Mantuvo relación sentimental con Pedro Antonio de Alarcón, que quedó rota por incompatibilidad ante su exagerada religiosidad, y ella acabó casándose con otro.

Conocida en su tiempo como la Safo granadina, fue escritora de extraordinaria fecundidad. Escribió más de doscientas obras, todas con sustrato religioso y moral católica, abarcando casi todos los géneros literarios: novelas, cuentos, leyendas, estudios morales, poesías, dramas y comedias, biografías de mujeres célebres, libros de devoción, vidas de santos, ensayos, epístolas, artículos doctrinales y de costumbres y libretos de ópera y zarzuela. Se le atribuye la versificación de los textos de las fiestas de moros y cristianos de Válor. y de Benínar A pesar de la facilidad que mostraba en el uso del lenguaje, el alcance de su obra literaria es limitado. En poesía siempre usó versos octosílabos y endecasílabos. Todas sus obras dramáticas están escritas en verso y, a pesar del instinto teatral subyacente en todas ellas, pueden llegar a parecer artificiosas y más cercanas a la lírica que al teatro. La narrativa, desarrollada en ambientes propios del Romanticismo, tiene características de folletín y novela por entregas, con marcado carácter maniqueo (los cristianos buenos/lo no religiosos malos), fines moralistas, acusado sentimentalismo y finales felices. Fue autora procatólica en contraposición al fuerte anticlericalismo de su época.

       Colaboró con asiduidad en publicaciones periódicas locales, regionales y nacionales como “El Guadalbullón” , “El Museo Literario”, “Ecos del Guadalevín”, “El Ángel del Hogar” (Madrid), “Revista Compostelana” (Santiago de Compostela), “La Ilustración Artística“(Barcelona), “El Correo” (Manila),…, sobre todo en las revistas “La Aurora de María” (1868) y “La Madre de Familia” (1875-1895), fundadas, dirigidas y sostenidas económicamente por ella misma. Sus obras completas fueron publicadas en Granada entre 1865 y 1867, en tres tomos que incluían un retrato y una biografía redactada por su colega y amiga escritora María Pilar Sinués Navarro (Zaragoza, 1835-Madrid, 1893, Sus libros La ley de Dios y A la luz de la lámpara fueron declarados texto oficial en todas las escuelas).

11) Mª JOSEFA MASSANÉS (Tarragona, 1811-Barcelona 1887)

       También nació dentro de un ambiente castrense y católico que la segregaba de toda educación posterior, por lo que al igual que Enriqueta Lozano defendió antes una fe supercatólica. Nada de todo ello la impidió formare autodidácticamente y alcanzar gran prosapia. Participó en el renacimiento literario catalán desde 1857, logrando primer premio en los Juegos Florales de 1863 con su poemario Creure és viure. Está considerada la decana de las poetisas catalanas y posiblemente también sea una entre las castellanas, ya que sus actividades literarias castellanas también comenzaron antes que las de Gertrudis Gómez de Avellaneda o Carolina Coronado. Sus méritos literarios fueron recompensados nombrándola socia de mérito la Filodramática, de la Filomática de Barcelona, académica de honor de su Academia de Buenas Letras y de mérito de la sección de literatura del Liceo de Madrid.

      Entre sus obras en castellano destacan: Poesía (1841, con su introducción apologiando la enseñanza para las mujeres), Flores marchitas (1850), Descenso de la Stma. Virgen (1862) y Las españolas, americanas y lusitanas pintadas por sí mismas (1873).

12) MARÍA MENDOZA DE VIVES (Málaga, 1821-Barcelona, 1889)

      María Mendoza de Vives fue un referente del movimiento feminista catalán de finales del siglo XIX. No obstante, la autora nació en Ardales, un pueblo perdido ubicado a unos 50 kilómetros de Málaga.

      Su vida estuvo surcada de letras y gracias a haber nacido en una familia con un buen poder adquisitivo no sólo pudo acceder a una buena educación sino que, cuando cumplió veinte años pudo mudarse a Barcelona, a fin de dedicarse a tiempo completo a la escritura, tarea que ya había comenzado a hacer en su tierra natal.

       Comenzó escribiendo en “El Guadalhorce” y “La Alhambra” entre 1839 y 1840, donde compartía las tareas con su paisana Dolores Gómez de Cádiz (Málaga, 1818-1881). Cuando se trasladó a Barcelona, en 1841, continuó colaborando en la prensa catalana, en concreto en “El Diario de Barcelona” (1851), “La Floresta” (1857), “El Siglo Literario” (1874), “La Moda Elegante” (1878), “Semanario Familiar Pintoresco” (1879), “La Ilustración” (1880), “El Mundo Ilustrado” (1880) yLa Ilustración de la Mujer” (1883), entre otros más tardíos.

       Cultivó el género poético de costumbres y el cuento moral, insertándose en el movimiento literario femenino iniciado en Barcelona en 1860 junto a figuras como Pilar Pascual de Sanjuan (Cartagena, 1827-Barcelona, 1899, sobre todo importante en literatura infantil para niñas) y María Josefa Massanés. Como era norma habitual, participó en veladas literarias, obteniendo en 1876 un premio en Gerona por “Recuerdos de Andalucía” y otro en 1878 por su poema “Una Página de Gloria”, basado en la conquista de Mallorca, y fue socia de mérito de diversas asociaciones, como la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona y Filarmónica.

      Sus obras más populares son “Quien mal anda, mal acaba”, “Las llaves perdidas” y “Flores de otoño”. Sus libros, sin embargo, son sumamente difíciles de conseguir y es una autora casi olvidada, pese a haber cultivado de forma intensa el género narrativo y poético y haberse convertido en una importante feminista de su generación.

5-CONCLUSIONES

      Con todo lo visto no se puede negar que sí hubo una Generación del Romanticismo en español, que incluyó a escritores y escritoras, especialmente de España y de todas las naciones de la América hispanohablante.

    Entre los autores destacaron igualmente muchas mujeres, especialmente las doce descritas en este estudio, aunque hubo muchas otras (como las 11 hispanoamericanas señaladas con Gertrudis Gómez de Avellaneda, o la 4 especializadas en novela histórica señaladas al final del apartado 3, entre otras).

     Y formaron “Generación” por las relaciones que mantuvieron entre sí, no como islas graciosas ante los escritores y lectores, sino que ya en su tiempo se relacionaron entre ellas y también los escritores les dieron crédito, reconociéndolas en sus tertulias o en su correspondencia epistolar, especialmente Hartzenbusch quien mantuvo correspondencia con Robustiana Armiño, Fernán Caballero, Carolina Coronado y Ángela Grassi, y luego Bécquer quien a su vez también demostró conocer a sus colegas femeninas y ser conocido por aquellas como han demostrado los estudios acerca de las similitudes y diferencias con las obras del poeta con Carolina Coronado, Fernán Caballero, Gertrudis Gómez y Rosalía de Castro,…

    Ciertamente el grupo de 12 es fácilmente ampliable se solapan en ocasiones con las de la Generación del 68, y solo el estilo y temática de la mayoría de sus obras a ayudado a clasificarlas en uno u otro grupo de las Escritoras del siglo XIX, no sin reticencias. De hecho muchas de estas escritoras también mantuvieron buenas relaciones con aquellas del 68.

En fin una Generación del romanticismo de lo más memorable.

6-BIBLIOGRAFÍA

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