Sin categoría

LA ÉPICA HASTA EL SIGLO XXI

LA ÉPICA MEDIEVAL. EL CANTAR DEL MIO CID. TEMA OPOS 42

Profesor: Jesús V. Magdalena (filólogo, psicólogo y teólogo). Mayo 2018

0-ÍNDICE

1-INTRODUCCIÓN ……………………………………………………………….1-2

2-SENTIDO Y SIGNIFICADO DE LA ÉPICA ……………………………………2-3

3-TEORÍAS DEL ORIGEN DE LOS CANTARES DE GESTA ………………….3-5

-Teoría Jacobea de Joseph Bédier

-Teoría latina

-Teoría de Manuel Milà y Fontanals

-Teoría tradicionalista de Ramón Menéndez Pidal

-Teoría de Gastón Paris

-Teoría de Eduardo Hinojosa

-Teoría de Paris y Bello

-Teoría cronológica de Menéndez Pidal

4-CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LA ÉPICA …………………………….5

5-PECULIARIDADES DE LA ÉPICA ESPAÑOLA ………………………………..5-6

6-AUTORÍA Y DIFUSIÓN DE LA ÉPICA CASTELLANA ………………………..6-8

7-CLASIFICACIÓN DE LA ÉPICA

  • Criterio cronológico

  • Criterio sociales

  • Criterio léxico

8-EL POEMA DE MIO CID………………………………………………………….9-11

  • Manuscrito, autor y fecha

  • Unidad, personajes, estructura y métrica

9- OTROS CANTARES DE GESTA ESPAÑOLES …………………………………11-12

10-BIBLIOGRAFÍA ……………………………………………………………………13

1. INTRODUCCIÓN

    Con el título con que se inicia este capítulo, comienza un tema chulo tradicional de 3º de la ESO, y esto es desde el currículo tanto de la ley educativa de la LOGSE y por rulo el de la LOE, anterior a la actual de la LOMCE, y prácticamente nulo en otros cursos y niveles, de hecho es algo pirulo tan solo en el 1º de bachillerato preuniversitario, no en segundo, y es bulo en los de FP Básica.

    Y esto es así generalmente porque se dan por sobreentendido los conocimientos básicos de la Edad Media que obtuvieron de la asignatura de Sociales en 2º de ESO que generalmente de literatura castellana solo se ve los tres géneros literarios.

     Nunca está de más introducirles en la época que va desde la caída del Imperio Romano de Occidente (475 d.C., por culpa de tribus germanas) hasta el descubrimiento de América por Cristóbal Colón en 1492. Durante estos poco más de mil años que duró la Edad Media, los literatos españoles de la época se vieron influidos por dos grandes grupos invasores como fueron los godos (las tribus germanas que invadieron la Península Ibérica desde el 475 hasta el 711) y los árabes que con su nueva religión, el Islam, se asentaron en estos pagos desde el 711 hasta el 1492. Ninguno de estos invasores fueron pacíficos, precisamente marcaron nuestra historia y sus literatura, por las continuas guerras de Reconquista primero entre cristianos católicos/arrianos y luego entre católicos/musulmanes. Así pues la época fue marcada tanto por la guerra como por la religión. Mundo feudal (muchos pequeños reinos o taifas en continua guerra entre ellos) y religioso (gran fanatismo y en continua disputa mutua, ya como yijad, ya como cruzada, o ya como pura y dura Inquisición). Clases sociales en todas partes muy separadas, los muy ricos y poderosos aristócratas y los vasallos tratados como parias. Entre ellos se situaba una pequeña y fina capa de mercaderes adinerados y segundones de los aristócratas que eran altos clérigos o grandes militares.

     Si para los vasallos no había suficientes males con tantas palizas y/o torturas por parte de la aristocracia nobiliaria (con abusos como el derecho de pernada) o de la Inquisición clerical y hambrunas constantes provocadas por sequías, plagas, avaricia de la peor clase de nobles y clérigos, también estaban las epidemias, la peor de todas la Peste bubónica que asoló y diezmó la población europea durante siglos. El analfabetismo era casi completo, si no había dinero para comida, menos lo había para estudiar o comprar libros.¿Quién compraba, conservaba o escribía libros? ¿Por qué no desapareció la cultura entre esos vasallos? Dos vías:

     A-Por la cultura más clásica heredada sobre todo de la tradición bíblica y de Grecia y Roma, fue copiada, conservada y adquirida sobre todo gracias en manos de los clérigos como en español hicieron Per Abbat, o Pere el Abad que copió el Poema de Mio Cid, el fraile Gonzalo de Berceo y sus Milagros de Nuestra Señora, el Arzipreste Raimundo de Sauvetat que inauguró el proyecto de la Escuela de Traductores de Toledo, el Arcipreste de Hita que compuso el Libro de Buen Amor y el Arcipreste de Talavera con su misógino Corbacho. La poesía era sobre todo producida por el “Mester de Clerecía”.

     B-La cultura más popular, mucho más oral y anónima (hasta que lo copiaron y compilaron mayoritariamente desde el Humanismo, etapa final de la Edad Media y el Renacimiento, inicio de la Edad Moderna, en lo que llamarían “Cancioneros”). Esta culturilla popular era difundida sobre todo por miembros del “Mester de juglaría”, es decir juglares y trovadores de diversa calaña (ejemplos ya tardíos en castellano serían Macías, Alfonso Álvarez de Villasandino, Pero Ferruz y Garci Fernández de Gerena). Su temática ya no era tan religiosa ni intelectual, sino más bien temática social y amorosa, eran los únicos que podían lograr hacer sonreír e informar a la gente con un lenguaje y unas formas que resultaban adecuadas a aquel público pobre y analfabeto.

2-SENTIDO Y SIGNIFICADO DE LA ÉPICA MEDIEVAL

     La palabra “épica” viene del griego “epiqué”, que a su vez se forma de epós, que significa palabra o canto. Por su parte, gesta proviene del latín gero, hacer. En efecto, un poema épico, o, entre nosotros, cantar de gesta, es un canto narrativo de tipo tradicional en el que se narran las hazañas legendarias de un héroe para la creación de una unidad nacional. El conjunto de poemas épicos de un país forman su epopeya. Encontramos ocho grandes grupos épicos: el semita del pueblo de Israel a lo largo de la Biblia; el más oriental de la India, con el Ramayana y el Mahabharata; el clásico grecorromano, de la Ilíada, la Odisea de Homero y la Eneida de Virgilio; el germánico, con pocos textos como el “Cantar de los Nibelungos” y algunos de los Eddas de Snorri Sturluson; en Escandinavia destaca la Gesta Danorum de Saxo Grammaticus y una serie de sagas épicas: probablemente el original de “Beowulf” entre los ingleses; “El cantar de Ígor” entre los rusos; y el románico, es decir, el francés (especialmente la tradición artúrica de Chretien de Troyes o la carolingia a partir de la “Chanson de Roland”) y el español (el ciclo del Cid y otros que veremos después), ya sea primitivo y medieval o bien culto y renacentista.

      Por otro lado, cobra más sentido en el contexto histórico medieval belicoso y como vemos de un mismo modelo literario tan lleno de “cantares” hacia sus héroes (Ulises entre los griegos, Eneas entre los romanos, Sansón entre los israelitas, Sigfrido, el mejor de los nibelungos, entre los germánicos, Ígor entre los rusos, Beowulf y Ragnar Lothbrok entre los daneses, Roland entre los francos, el Cid entre los castellanos,…), y protagonizado por guerras y hazañas militares, supone asimismo un punto obligado de referencia para entender el marco en el que se gesta y desarrolla la épica medieval. Así el propio Colin Smith señala la gran relevancia del contexto socio histórico de carácter belicista, para comprender la materia narrativa que configura el material épico. Y es que al fin y al cabo, a la colectividad social le interesaba conocer con detalle todo lo acontecido en el campo de batalla por sus compatriotas. Al mismo tiempo, se va fraguando una identidad común y nacional, un vínculo exaltado desde el punto de vista histórico y social.

    A este respecto, también se ha pronunciado Ramón Menéndez Pidal delimitando la diferenciación que media entre Historia e historicidad de la épica. Ciertamente, establecer límites entre dos ámbitos tan fronterizos resulta muy complejo, pero debemos aclarar un punto de partida imprescindible para comprender cómo se articula el desarrollo narrativo de la épica, y en particular de la castellana, cuyo análisis abordaremos más adelante.

     Menéndez Pidal afirma que la Historia vivida por las gentes del medievo proporciona no sólo el telón de fondo de una hazaña heroica, sino que además, aporta los hechos históricos necesarios para conformar el poema épico. Aunque éstos serán manipulados literariamente por la intención concreta de un autor. En este sentido podría señalarse incluso, que los hechos históricos de la épica no se encuentran tal y como históricamente sucedieron, sino como deberían haber sucedido para ensalzar aún más la figura del héroe, con el que a buen seguro, se identificará el resto de la colectividad a la que representa.

3-TEORÍAS DEL ORIGEN DE LOS CANTARES DE GESTA

     Pero más complejo que delimitar el origen etimológico ha sido desentrañar el proceso formativo de los cantares de gesta. De hecho surgen numerosas dudas en cuanto a su génesis literaria, su estamento productor y en cuanto al foco geográfico de difusión de los cantares de gesta.

     Por lo que respecta a los dos primeros aspectos, el proceso formativo y el estamento protagonista, ambos podrían abordarse de manera conjunta, ya que las hipótesis sobre si los cantares de gesta fueron creados por juglares o por clérigos, es de por sí una duda irresoluble, y sólo nos queda la posibilidad de acudir a las 7 teorías más difundidas:

    1-Por un lado, la Teoría Individualista de Joseph Bédier, quien en su obra de 1910 “Lèyendes èpiques”, alude a la importancia del “Cantar de Mio Cid” y la “Chanson de Roland” como los dos manuscritos de gesta iniciadores del género, en los que además la calidad compositiva y la unidad literaria demandarían igualmente la unicidad de autor. Así Bédier defiende la hipótesis de un único autor perteneciente al estamento clerical, tal y como evidencia el soterrado interés propagandístico en torno a las rutas de peregrinación que se vinculan en las hazañas de ambos cantares de gesta.

    Esta tesis también ha sido llamada “jacobea” ya que los poemas épicos románicos son plasmaciones de leyendas eclesiásticas inventadas, antes del XII, por monjes en monasterios del Camino de Santiago para atraer público. Ellos, o juglares contratados para el caso, son los autores del poema, cuyas bases históricas se recogen en las crónicas en latín. De una forma u otra siempre eran los clérigos sus iniciadores.

    2-Teoría latina: H. Willmote y Giuseppe Chiri. Es una continuación de la tradición épica latina que parte de La Eneida: sus promotores eran los guardianes de la cultura impresa: los monjes. Menéndez Pidal les adujo que el tema fundamental de la épica románica es la venganza de sangre, contraria al Derecho Romano; además hay un costumbrismo germánico que no aparece en las fuentes latinas.

   3-Teoría positivista: Manuel Milà i Fontanals. No fue compuesto por el pueblo sino por un autor individual, que se dirige con su poema a una clase aristocrática y caballeresca. Posteriormente llega a manos de los juglares, que lo divulgan entre el pueblo. Para él no existen las cantilenas porque es una invención crítica: antes del XII no se puede demostrar que haya nada.

   4-Sin embargo, la Teoría Tradicionalista de Ramón Menéndez Pidal defiende la aportación múltiple de sucesivos juglares en la recitación oral de ambos manuscritos. Por lo que tal afirmación le lleva a rechazar por completo la posibilidad de una única autoría. De hecho, Pidal se decanta más bien por la existencia de una poesía anónima modificada, consabida por el pueblo y alterada sucesivamente en cada nueva recitación, manteniéndose siempre de acuerdo con el gusto popular.

     Además contraargumenta la Tesis de Joseph Bédier basándose en el hallazgo de la “Nota Emilianense”, donde se destaca la posibilidad, más evidente que incierta, de que los dos manuscritos ya mencionados sean los iniciadores del género en la épica medieval de occidente. Esta primacía cronológica estaría ocupada por un breve relato épico sobre la derrota de Roncesvalles.

     5-De modo más breve cabe también destacar la Tesis de “las cantilenas” de Gastón Paris y los románticos, quienes basan el origen de los cantares de gesta en las cantilenas, células de canto épico-lírico surgidas al calor de la guerra, y que siglos después de supervivencia en el acervo popular, serían englobadas en tiradas temáticas que conformarían la futura estructura estrófica de los cantares de gesta.

   En cuanto al foco geográfico difusor, tres han sido los focos que hipotéticamente se han defendido como originarios para el desarrollo de los cantares de gesta, y más especialmente de los ciclos castellanos. El primer foco difusor habría que buscarlo en la vecina épica francesa, que si bien ha aportado elementos fantásticos a nuestras gestas, para Pidal las influencias galas vendrían introducidas a través de las peregrinaciones del Camino de Santiago, pero sólo a partir del siglo XII, fecha en la que los elementos sustanciales de nuestra épica ya estarían sobradamente constituidos.

    Pero pesar de las interferencias hay numerosos aspectos que marcan las divergencias entre nuestra épica y la épica castellana. El primero de estos aspectos es la calidad de conservación de las obras. Ciertamente la inmanencia textual se ha visto perjudicada en lo tocante a la épica hispánica, pues los textos pasaban del escritor o amanuense al juglar recitador, sin preocuparse de su posterior conservación. Mientras que en Francia, muchos de estos textos se conservaban en bibliotecas privadas o en monasterios, dejando un legado fidedigno para las generaciones futuras.

    Asimismo, señala Menéndez Pidal que las influencias comunes entre las gestas castellanas y las gestas galas, se deberían más bien a la influencia común del segundo foco geográfico difusor; la épica germánica, de la que en las letras hispánicas pervivirían ciclos épicos visigodos como el relativo al monarca Rodrigo y Vitiza.

     6-En penúltimo lugar estaría la tesis “arábiga” de Eduardo de Hinojosa, quien avala la influencia de la épica árabe, y más en concreto la épica hispano-arábiga, ya que no se documenta que las letras árabes hayan desarrollado el cultivo literario de la épica, pero sí lo hicieron los musulmanes conversos asentados en territorio peninsular. De este influjo se explicarían, en opinión de Hinojosa, rasgos en el “Cantar de Mio Cid” como el epíteto dignificador del héroe “el que en buen hora cinxó espada”, o incluso episodios el de las arcas de arena, el cambio con los prestamistas judíos Raquel y Vidas, aspecto este último del que se deriva un claro antisemitismo del poema épico castellano.

     7-Para las tesis “francesa” o de evolución histórica de Gastón Paris y Andrés Bello, la épica ibérica surgió a partir de la francesa, ya que los primeros poemas de ésta son anteriores.

    Sin embargo Menéndez Pidal los rebatió aduciendo que la materia épica española surge en el siglo VIII, y la francesa uno más tarde pues surgen a raíz de los hechos que cantan; sí es cierto que ésta tendrá una influencia decisiva entre los siglos XI y XII. Parece más probable que la española provenga de los cantos historiales de los francos y los godos.

      De hecho, Menéndez Pidal establece una cronología de los cantares de gesta, partiendo de que los poemas se escriben de modo coetáneo o muy próximo a los hechos:

I. Período de formación (siglo VIII-1140): son poemas breves de unos seiscientos versos. Cuentan luchas entre familias hispánicas, sin influencia francesa. Incluye el Cantar del rey Rodrigo; el ciclo de los Condes de Castilla, con el Cantar de Fernán González, el de los siete Infantes de Lara, el de la Condesa traidora, el Romance del Infante García y la Gesta de Ramiro y García; y un primer ciclo del Cid, que incluye el Cantar del rey Don Fernando y el de Sancho II.

II. Período de florecimiento (1140-1236): alcanza los cuatro o cinco mil versos. Es el género de moda y acoge una gran influencia francesa. En él encontramos el Poema de Mío Cid, de la mora Zaída, la Peregrinación del rey Luis de Francia, y el ciclo carolingio, con el Poema de Bernardo del Carpio, Roncesvalles y El mainete.

III. Período de decadencia (1236-finales del siglo XIV): decae porque no hay guerras: la razón de ser del cantar es la creación de una conciencia nacional. Los poemas se van prosificando en las crónicas. Los poemas nuevos, en los que llega a interferir el mester de clerecía, no crea héroes nuevos y dan más cabida a la ficción que al rigor histórico. En esta fase entran las Mocedades del rey Rodrigo, el Segundo cantar de los Infantes de Lara, otro Poema de Fernán González, las Gestas del abad Don Juan de Montemayor y el Cantar de la Campana de Huesca. Hoy nos quedan, de todas las fases, el Poema de Mío Cid, las Mocedades del rey Rodrigo y cien versos del Roncesvalles; el resto se encuentra prosificado en las crónicas.

      En definitiva, podemos decir que surge durante la reconquista: el pueblo necesita narrar su formación como nación, de modo que se transmite de modo oral. Es poesía anónima que se hace colectiva: al estar compuesta en una lengua romance, sin valor, la autoría pasa a un segundo plano.

     A pesar de que, debido a su carácter colectivo, se desarrolla en un continuo cambio tiene siempre una base histórica, pues se escribe a raíz de unos hechos. De este modo, con el tiempo se les asignó el mismo valor histórico que el que tenían las crónicas en latín. Ahora bien, no podemos olvidar que la intención primera no es hacer historiografía, sino literatura acerca de unos hechos que a todos interesaba. Cuando no existen hechos históricos que narrar pierden razón de ser y entran en decadencia.

4-CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LA ÉPICA.

     Según Colin Smith, los elementos definitorios de ella son los siguientes:

  • Un héroe que ha de conseguir un ideal y se ve obstaculizado en su empresa. Por ejemplo: podríamos comenzar con el Gilgamesh sumerio, o por igual con la Biblia, y Sansón (precursor de Jesucristo, vendido por Judas), buen creyente de Dios, es traicionado por Dalila, quien incluso muerto consigue la victoria contra los paganos filisteos; en el “Cantar de Mio Cid”, el héroe es el caballero Rodrigo Diaz de Vivar, alias Cid, incomprendido por su rey Alfonso VI de Castilla que lo destierra y luego traicionado por los Infantes de Carrión, el también incluso muerto logrará victorias/ en la “Chanson de Roland”, el héroe es el sobrino de Carlomagno, Rolando, que es traicionado por Ganelón, gracias a la muerte de Rolando, Carlomagno se decidirá por nuevas victorias contra el mal/…).

  • Tal ideal es un ejemplo moral para una comunidad (Rodrigo, como buen caballero castellano, hace todo lo posible para congraciarse con su rey, y en nombre de la cristiandad reconquista parte del territorio peninsular, dando ejemplo de buen caballero medieval que respeta el orden establecido por Dios).

  • El héroe tiene contactos con la divinidad, de modo que su gesta puede devenir empresa providencial (es constante las virtudes como la “bondad” tan cristianas, por la que Dios le favorece en su batallas”).

  • El mundo es el varonil de la guerra, sin cabida para lo cortesano (más bien parece lo contrario si tenemos en cuenta “La afrenta de Corpes” que padecieron las hijas del Cid).

  • Ostenta un tono elevado y sublime.

5-PECULIARIDADES DE LA ÉPICA MEDIEVAL CASTELLANA

    Hemos visto que las tradiciones épicas son comunes a la cultura occidental. Después de los poemas grecolatinos el género épico queda instaurado en Europa con La Chanson de Roland » poema épico francés que inicia el género fija las normas. Sin embargo la épica hispánica pronto mostró su propia originalidad. La épica medieval española se distingue de las otras tradiciones épicas románicas por estas once peculiaridades idiosincráticas:

  1. La mayor parte de los poemas españoles se han perdido, en el resto de las tradiciones épicas europeas el número de textos épicos conservado es mucho mayor.

  2. Su extraordinaria pervivencia a través de las crónicas, los romances y el teatro del siglo XII hasta la actualidad, en los que se recogen palabras textuales de poemas perdidos.

  3. Su acusado realismo manifestado en la sobriedad y la mesura de un héroe diferente, del resto de héroes fabulados de la literatura europea.

  4. La importancia concedida a los elementos domésticos y paternales del la vida del héroe, que es dotado de una gran ternura familiar.

  5. El papel destacado de la mujer, que cobra una participación activa en muchos poemas.

  6. Carácter eminentemente realista, su aire histórico.

  7. No desarrolla un tono demasiado elevado y sí más humano.

  8. Concesión de importancia a elementos domésticos y paternales de la vida del héroe, lo que lo dota de una dimensión de ternura y delicadeza.

  9. No presenta un final melodramático ni retórica alguna.

  10. Su pertenencia al ámbito de lo popular.

    Resumiendo: hasta aquí la épica española se diferenciaría de la francesa en dos grandes puntos: 1) es más realista y con menos elementos sobrenaturales que la francesa; 2) es anisosilábica, de rima asonante y no tiene estrofas, sino tiradas o laisses, al contrario de la épica vecina, que optó por el decasílabo, era de rima consonante y contaba con estrofas.

  1. Además, el molde narrativo propio de la épica española alberga la semilla literaria para la introducción de lo paródico. Así por ejemplo se podría comprender en mayor profundidad la óptica caricaturesca desde la que el Arcipreste de Hita nos escribe, en su “Libro de Buen Amor”, la batalla entre Don Carnal y Doña Cuaresma, sometiendo a un combate tan grotesco como paródico a sendos ejércitos, uno de carnes y otro de pescados. En esta misma matriz paródica también se inscribe la creación quijotesca, tan sólo nos bastaría comparar el famoso episodio del león en la segunda parte de la novela cervantina, con el correspondiente recogido en el “Cantar de Mio Cid”.

     Incluso podría llegar a afirmarse que la creación de personajes realistas, tan fecundos en nuestra historia literaria, continúan de algún modo, el ejemplo de verosimilitud narrativa aportado por nuestro héroe, Don Rodrigo Diaz de Vivar. Sirvan para el caso, enamorados tan ridículos como Calixto, el cliente celestinesco, o el propio Lazarillo de Tormes, sin duda alguna, la figura más antiheroica de la literatura española en el siglo XVI.

    Para terminar este punto podemos resaltar con Menéndez Pidal tres rasgos entre todos, ya que él los considera definitorios de nuestra poesía épica; historicidad, realismo y perduración, tanto formal como temática, configuran la pauta narrativa, descriptiva y lírica de un tipo de discurso, que incluso en nuestros días, ha logrado trascender a las pantallas del celuloide.

6-AUTORÍA Y DIFUSIÓN DE LA ÉPICA MEDIEVAL

     Es evidente que una de las características fundamentales, es el tipo de autor y sus motivos para componer tamaños textos y “cantares”, con tanta emoción y pasión, fervor y con una rima y ritmo que facilitan su aprendizaje, todo y que al contrario de los más líricos, en geneal son bastante largos. Evidentemente sus inventores y menos sus escritores, no eran simples agricultores o pastores, aunque llegaran a ser su público local más frecuente de mercados y días festivos, por ello se revestían de una cierta intención adoctrinadora y ejemplificante.

    Asimismo, en el estudio de la épica como archigénero literario (uno de los tres géneros naturales junto con la lírica y la dramática), debemos tener en cuenta numerosos aspectos. Uno de ellos es precisamente la importancia del elemento difusor, es decir, del agente encargado de difundir entre las gentes y deforma oral, los hechos exaltados de un héroe colectivo. Nos referimos a los juglares o recitadores, de los que perviven correlatos como los Bardos en la India, o los Ruwat en el Oriente Próximo, los Skomorokis en la Rusia medieval, el Spabmacher en Alemania…etc, todos ellos continúan una larga tradición que se remonta a la de los aedos o rapsodas griegos, así como a los histriones latinos.

    En cualquiera de los casos, la recitación siempre estaría presente como rasgo esencial a la profesionalidad del juglar, e implicaría además, la importancia de técnicas nmotécnicas, para facilitar la memorización del texto, así como para permitir la modificación de los mismos según el gusto subjetivo de cada juglar. Todo ello con el único fin de mantener viva la atención y el gusto del público. Era evidente, pues que se necesitaba unos recitadores muy talentosos para mantener el interés del público en estos cantares. El Cantar de Mio Cid que nos ha llegado tiene un total de 3735 versos y la Chanson de Roland francesa tiene 4002 versos. Es evidente la gran memoria que se necesita en ambos casos, y las técnicas musicales, dramáticas, de voz y kinésicas propias de alguien muy veteranos y de grandes recursos. Un juglar novato y desmemoriado jamás podría dedicarse a recitar la épica.

      No obstante, como aseguran Martí de Riquer y Menéndez Pidal, los creadores y los recitadores de las gestas épicas podían ser personas distintas. Por lo tanto Per Abbat, en el caso del Cantar de Mío Cid, pudo copiarlo o ponerlo por escrito para que otros siguieran recitándolo (entero como algunos hacen con el Corán o con el Ramayana por ejemplo, o solo fragmentariamente).

7-CLASIFICACIÓN DE LA ÉPICA

     Sería interminable tratar de exponer todas las clasificaciones sobre la épica. Por ello las estudiaremos bajo tres grandes criterios:

     A-CRITERIO CRONOLÓGICO: Conviene tener bien presente que el género épico, no se limita a la antigüedad clásica y a la Edad Media, la épica continuó en la Edad Moderna y en la Contemporánea.

     También encontramos continuaciones en el Teatro Nacional Barroco, con la obra de Guillén de Castro, uno de los seguidores del ciclo lopesco, “Las Mocedades del Cid”, donde ya no se trata al héroe en su etapa de madurez, sino en su mocedad, en su plena juventud. También la dramaturgia francesa del barroco, hará suyo el legendario ejemplo del guerrero castellano, recuérdese “Le Cid” de Cornielle. Pero los ecos dramáticos de este héroe llegan incluso hasta los albores del siglo XX, buen ejemplo de ello son las obras de teatro histórico en verso, especialmente la titulada “Las hijas del Cid”, de Eduardo Marquina, donde el protagonismo se traslada no al mito épico, sino a sus hijas.

     Pero ya en la Alta Edad Media comienza a verse signos claros de grandes cambios en la épica y sus cantares de gesta, se inician dos grandes etapas:

    – La ETAPA DE LAS PROSIFICACIONES (desde 1236 hasta mediados del XIV) Las historias de los Cantares pasan a formar parte de historias o de crónicas , como la Primera Crónica General de Alfonso X el Sabio, y también se rastrean en Crónica de Castilla, la Crónica Portuguesa de 1344 y la Crónica de los Veinte Reyes. Y se producen adaptaciones de cantares de gesta franceses.

   – La ETAPA DE DECADENCIA (Mediados del XIV a mediados del XV). Se caracterizan por la entrada masiva de elementos novelescos y son más dramáticos y narrativos. Aunque siguen estando en verso, pero ya anuncian las novelas de caballerías renacentistas (Siglos XV y XVI). Las Mocedades de Rodrigo ( En donde se narra la infancia imaginada del Cid) 1164 versos en una copia mutilada y llena de errores de copista. Poema de Fernán González (el segundo, no el de la etapa de formación), que es un poema clerical escrito en cuaderna vía (cuartetas monorrimas de 14 versos).

     EDAD MODERNA: ¿EXTINCIÓN DE LA EPOPEYA? No hubo tal, gracias a las crónicas y a las NOVELAS DE CABALLERÍAS. Surgieron desde el Humanismo y ya el Renacimiento otro tipo de héroes de gestas, unas narraciones casi siempre en prosa más fantásticas y separadas de la historia real, aunque aún muy ligados especialmente con la apología y defensa de la fe cristiana. A estas narraciones se las han llamado “libros de caballerías”, muchas veces prosificadas igualmente desde leyendas cantadas por los bardos y juglares, otras fundamentadas en los cantares de gesta anteriores tanto en España, como en Francia, Italia y Portugal.

     Entre estos destacan la trilogía del Amadis de Gaula y la secuela del Esplandián ambos de Garci R. de Montalvó, el ciclo del Floriseo de Fernando Bernal, del Belianís de Grecia de Jerónimo Fernández, Florambel de Lucea de Francisco Enciso de Zárate, y muchos otros ciclos de varios autores y anónimos como los ciclos de novelas del Clarián de Landanís, del Felixmagno, del Felixmarte, del Floriseo, del Palmerín de Oliva, del Reinaldos de Montalbán, o del Tristán de Leonís,…Y con cierta fama en la Península Ibérica, pero originales en otras lenguas destacaron en catalán el Curial e Güelfa, y el Tirant lo Blanch de Joanot Martorell, en portugués el Leomundo de Grecia de Tristao Gomes y el Palmerín de Inglaterra de Francisco Moraes, en italiano el Morgante Maggiore de Luigi Pulci y El Orlando furioso de Ludovico Ariosto entre otros. La decadencia llego a España especialmente por las críticas eclesiásticas y literariamente de la mano de Miguel de Cervantesco y su enfadadísimo obra Don Quijote de la Mancha.

       Todo y estas re formulaciones y críticas eclesiásticas y de las secuelas del Quijote no fue suficiente para evitar que esta tradición de narrativa épica siguiera floreciendo en la EDAD CONTEMPORÁNEA. De hecho muchos de los héroes románticos estaban inspirados en aquellos héroes épicos medievales. De hecho el primer estudio general sobre los libros de caballerías españoles fue el “Discurso preliminarde Pascual de Gayangos y Arce (1857), preliminar al primer tomo de Libros de caballerías en la Biblioteca de Autores Españoles. Otra obra pionera sobre la materia fue la de Henry Thomas Las novelas de caballerías españolas y portuguesas (1920, publicada en español en 1952). En años recientes destacan los valiosos trabajos de Daniel Eisenberg, Mª Carmen Marín, José Mn. Lucía y otros eruditos.

     Desde la segunda mitad del XX y principios de este siglo XXI, hemos visto reposiciones de muchos de aquellos grandes héroes épicos, películas sobre la leyenda de Troya y la Odisea de Homero, el Sansón bíblico y otras sobre héroes épicos más medievales como El Cid, los Caballeros de la Mesa Redonda del rey Arturo, El caballero del cisne, Roldán y Carlomagno, e incluso de otros héroes nuevos del mismo estilo como los tebeos del Guerrero del Antifaz, Príncipe Valiente y el Capitán Trueno (ambientados en la misma época y con similares objetivos) e inspirados en aquellos otros pero en sociedades más lejanas y problemática más actual, como se aprecia en tebeos y filmes de los “Marvel” (Batman, Superman, Thor,…), y sagas novelescas como El señor de los Anillos de J.R.R. Tolkien, la Dragonlance M. Weis & T. Hickman, los Reinos Olvidados o las Memorias de Idhun de Laura Gallego. En las de la Edad Contemporánea se adolece de historicidad, de falta relativa de cercanía temporal auténtica (incluso futuristas o de ciencia-ficción), tienen mucha más fantasía, no hay, al contrario que las clásicas y medievales ningún punto referencial de auténticas religiones, además son eminentemente en prosa, aunque contengan también algunos supuestos “cantares de gesta”, en la Dragonlance por ejemplo sobre los grandes héroes de la “Guerra de la Lanza” (el semielfo Tanis, el mago Raistlin, Caramón, el enano Flint, el kender Tasslehof, el caballero de Solamnia Sturm,…). Así pues, una primera gran clasificación sería cronológica al contener enormes diferencias de contenido y estilo, de grado de veracidad histórica y proporción de fantasía, y religiosidad o no: 1) Épica clásico-medieval y 2) Épica contemporánea-futurista.

    B-CRITERIO SOCIAL. Por lo que respecta a la clasificación del primer grupo de la épica, el que más nos atañe a este estudio, el clásico-medieval, podemos destacar dos tipos fundamentales:

I-La épica culta y aristocrática, que dimana de la tradición clásica latina, en concreto de “La Eneida” de Virgilio, donde se narra la fundación de Roma por mediación del heroico Eneas, especialmente dirigida a un público culto.

II-La épica popular, en cambio, entronca con la tradición del relato odiseico o de Homero, y estaría pensada para destinatarios más iletrados.

    De hecho esta clasificación aportada por el hispanista inglés, Alan Deyermond, atiende a dos criterios diferenciadores; por un lado, el tipo de público receptor; y por otro, la tradición en la que se inscribe cada tipo de narración, como continuadores de un único tronco épico.

     C-CRITERIO LÉXICO: ÉPICA O EPOPEYA. Dentro de la Épica también se podría diferenciar dos grandes grupos: la del héroe y la nacional. Así pues la heroica tiende a resaltar las virtudes especialmente de un personaje e incluso de sus descendientes, pero la nacionalista, cuenta la historia de toda una nación, un pueblo y o una religión desde los orígenes del tiempo y lo que ocurrirá al final con el Apocalipsis/Armagedón, Ragnarok, Farshodar, Kali Yuga,…Por ello cabe diferenciar epopeya de todos los tiempos, de la saga épica heroica o familiar, a pesar de que en la actualidad ambos términos se utilicen como sinónimos. Otra de las diferencias notables entre épica y epopeya, es que en esta última recoge gran amplitud de temas y hazañas, por lo que puede ser considerada una verdadera enciclopedia cultural de las civilizaciones iletradas. De hecho, la epopeya sería más bien un extensísimo poema épico abordado con un sentido mucho más amplificado, pues recoge tanto las hazañas de un héroe representativo como aspectos del origen de esa civilización, sus creencias religiosas…etc.

    Mientras que la épica tan sólo desarrolla un aspecto más concreto de esa enciclopedia que es la epopeya. No en vano, la épica ha sido caracterizada y definida por A. Deyermond como “la consecución del honor a través del riesgo”, es decir, el honor perdido de un héroe que no duda en arriesgar todo lo que es para restablecer su dignidad personal, y más aún, su posición social.

     Precisamente esa mayor concreción narrativa de la épica se materializa en el Cantar de Gesta. Dicha denominación redunda en el carácter oral (“cantar”), y privilegia su atención narrativa en los hechos seleccionados por ser considerados como los más representativos en la vida de un héroe, o incluso sólo los hechos relativos a alguna batalla relevante, es decir, alguna “gesta” (<* “gero” gr. ; “hacer”).

LA ÉPICA ESPAÑOLA MEDIEVAL

8.- EL POEMA DE MÍO CID.

8.1.- Manuscrito, autor y fecha.

     Se conserva en setenta y cuatro hojas de pergamino de mediados del siglo XIV, más dos de guarda que son del XV. Consta de 3730 versos, aunque faltan uno o dos folios del principio y otros tantos del interior, que se han podido reconstruir gracias a las Crónicas de los veinte reyes.

     En el explicit se lee que Per Abbat le escrivió en el mes de mayo. En era de mill CC XLV. La era es la del César, que se inicia en el 38 a.C., de modo que se fecha en 1207 de la era cristiana. Era normal que los copistas dieran su nombre, como hace Per Abbat, de modo que su copia dataría de mediados del XIV, fecha del pergamino. Sin embargo son muchas las dudas que presenta tanto su datación como su autoría.

    Ya en el siglo XVIII, Tomás Antonio Sánchez vio que la lengua era anterior a Berceo; incluso llega a fechar el poema a mediados del XII porque a Alfonso VI se le llama Buen Emperador, epíteto lexicalizado a su muerte: el poema se escribiría entre 1157 y 1200. Per Abbat lo copió en 1207.

     Además en opinión de Ramón Menéndez Pidal, el problema de la autoría del Cantar del Mio Cid no quedaría reducida a la de un simple copista. Por ello, defiende la existencia de dos redacciones no simultáneas. La primera vinculada a un juglar de Medinaceli, al que se le atribuirían los aspectos más informativos, y una segunda redacción,vinculada a un juglar de San Esteban de Gormaz, presunto autor delos rasgos más novelescos, como el fabuloso episodio del león, la dilatación cronológica de la conquista de Valencia.

     Además Menéndez Pidal también estima que el hueco que hay en la fecha, En era de mill CC XLV, se debe a que falta una C porque los números romanos no se escribían separados. De modo que la copia de Per Abbat sería de 1307. En cuanto al autor, apunta que fue escrito hacia 1140 por un vecino de Medinaceli tras la muerte del Cid en el 1099. Sin embargo rectifica esta primera hipótesis en favor de una autoría compartida: un primer autor, juglar de San Esteban de Gormaz, lo escribe entre 1103 y 1109: San Esteban es descrito en detalle y dice que la frontera con los moros más cercana estaba en la Sierra de Mieres, algo que cambió a la muerte del Cid: los mínimos detalles históricos son de él porque vivió próximo a los hechos. Elaboró el plan general de la obra, pero sólo llevó a cabo la primera parte y algo de la segunda, donde predominan las tiradas cortas y las rimas difíciles. Un segundo juglar, de Medinaceli, recreó el resto del poema hacia 1140: su ciudad se describe con detalle, pero recuerda mal los hechos de la época del Cid. Continuó el segundo cantar e hizo el tercero, mucho menos épico e histórico. Se delata peor versificador que el de San Esteban: predominan las tiradas largas y con rima fácil en á-e, á-o y ó-e.

     Pero todos estos datos han empujado a muchos estudiosos, como Emilio Calaros Llora ch, a inclinarse por la existencia de un simple copista “Per Abbat” como autor que desde un manuscrito originario, hoy perdido, copiaría el texto conservado; (nótese el sintagma “lo escrivió”,que en la Edad Media se utilizaba en el sentido de hacer letras, copiar, y no de crear, concepto designado por el término romance “fazer”). Asimismo, la raspadura de la fecha, representada por un punto, indicaría que la copia conservada es del año 1307 aproximadamente.

    Para Nicasio Salvador el autor es un clérigo que recoge la tradición oral de muchos autores: un juglar no conocería tantos datos eruditos. Se compuso a finales del XII, pues antes aún vivían los Infantes de Carrión y nadie se hubiera atrevido a ofenderlos.

     Colin Smith concuerda con Nicasio Salvador en que un juglar no conocería tantos datos eruditos, ni un clérigo confundiría al abad de Cardeña, Sisebuto, con el abad Sancho: el autor es Per Abbat, un jurista: el poema consigue un alto dramatismo en las cortes, y no en el duelo o en la guerra. Los datos históricos provienen de las crónicas: el poema se compuso, pues, en 1207.

8.2.- UNIDAD, ELEMENTOS Y COMPOSICIÓN.

A- UNIDAD ARGUMENTAL.

     Francisco López Estrada, en su prólogo al Cantar de Mio Cid, apunta dos orientaciones: por un lado, se muestra primero al Cid como guerrero desterrado y conquistador que logra conciliarse con su rey para posteriormente presentarnos a un Cid más humano: un infanzón que se va a emparentar con su rey por medio de las bodas de sus hijas, primero afrentadas y, luego, casadas en reparadoras bodas. El mismo estudioso hace ver que los poemas épicos representan una lucha entre el bien y el mal, que en la mundo románico se identificó con los moros. No obstante, en el Poema de Mío Cid los verdaderos enemigos son cristianos, incluso hay moros amigos, como Abén Galvón; mientras, Alfonso VI queda por encima de todos.

    Por eso Edmund de Chasca expone que la trama avanza por la honra, y el Cid lo ve manchada por dos grandes atentados contra él, el destierro y el de la afrenta de Corpes, y dos grandes cumbres, cuando se resarce de las dos afrentas, como guerrero y como padre, gracias a Alfonso VI y las Cortes.

B- PERSONAJES.

     De Rodrigo Diaz de Vivar, el Cid, no se cuenta ni su infancia ni su adolescencia, como era habitual en la épica. Se retrata como un personaje muy humano: se recalca su condición de padre y esposo. Es un infanzón y, por tanto, está por debajo de la alta nobleza y llega a emparentarse con los reyes por méritos propios, no por su sangre. Además tiene una serie de características que lo marcan como héroe: es mesurado, no pasional; tiene sapientia, que no es sinónimo de cultura, sino de saber obrar con sentido común y según se espera de él; posee fortitudo y es, después de vencedor, ponderado con el enemigo. Literariamente se marca con el epíteto épico, el Cid, “mi señor”, y con los signos externos propios del héroe: las barbas, las espadas Colada y Tizona y su caballo Babieca, también con epíteto épico, corredor.

    Su familia juega un papel secundario y es pertinente para resaltar al buen padre y al buen esposo. Doña Jimena, Doña Elvira y Doña Sol cumplen el tópico medieval de mujeres sumisas, al servicio del héroe y sin personalidad –las dos hermanas son de hecho geminadas–. Como dice Georg Luckács, puesto que en la épica lo que importa es la comunidad, ningún personaje aparece con personalidad propia.

     Mª Eugenia Lacarra divide a sus vasallos así: la mayoría son vecinos de la misma quinta, es decir, criados con él. Los de soldada, es decir, pagados, se dividen a su vez en peones, que iban a pie; villanos, que no son caballeros, pero tienen caballo y espada, y otros caballeros que no son de criazón y que forman una minoría. Lo que sí es cierto es que todos son dignos de su señor porque la bondad del señorío, según el tópico medieval, es comunicable. Álvar Fáñez, Minaya, no acompañó realmente al Cid: su presencia la explica Sáinz Moreno: el autor del poema es un personaje que se autorretrató, Don Jerónimo Visqué de Perigord, quien dio importancia a Álvar Fáñez porque la diócesis de Valencia se debe a su familia. Martín Antolínez tiene cierto espíritu burgués y se encarga del dinero; Nuño Gustioz y Félix Muñoz son familiares del Çid.

     En cuanto a los cristianos-religiosos, Don Sancho, acoge a su familia y Don Jerónimo Visqué de Perigord aparece como un cluniacense que impulsa el cristianismo en Valencia. Los cristianos-enemigos, García Ordóñez y los Infantes de Carrión, son de la alta nobleza de los Benigómez, leoneses, e invierten todas las cualidades del Cid: de hecho los propios Infantes son geminados. Alfonso VI está por encima de todos: nunca es criticado y representa la Ira Regia.

    Los moros aparecen como dignos enemigos, además se les presenta con cotidianidad: él es admirado por los musulmanes, conoce el árabe e incluso sus hijas son acogidas por Abén Galvón tras la afrenta de Corpes.

     Ciertamente son muchos los personajes que pueblan la obra, configurando un pequeño microcosmos, pero se observa una división y caracterización muy maniqueísta. De hecho, los personajes vinculados estrechamente con el protagonista, presentan una dependencia tan acentuada, que acaban reduciéndose a meros atributos positivos del propio Cid, ponderando de forma indirecta su grandeza épica, Alvar Fáñez de Minaya, sus hijas, Doña Elvira y Doña Sol, su esposa Doña Jimena…etc.

C-ESTRUCTURA.

      Por lo que respecta a su estructuración interna, Menéndez Pidal estructuró el “Cantar de Mio Cid” en una división tripartita, quedando del siguiente modo que ahora se refiere:

Cantar del Destierro del Cid

Cantar de las Bodas de las hijas del Cid

Cantar de la Afrenta de Corpes

D- MÉTRICA Y RASGOS DE ESTILO.

    La lengua del Mío Cid es aún discutida: para Rafael Lapesa es castellano con muchos mozarabismos; mientras que para Menéndez Pidal es soriano influido por el aragonés.

    Sus rasgos de estilo son los de oralidad épica, y los más reconocidos y generales son:

  • Fórmulas: grupo de palabras repetidas en las mismas condiciones métricas y que expresan una misma idea esencial, como los epítetos épicos: el que en buen ora nasció.

  • Expresiones formularias: son fórmulas no expresadas en las mismas condiciones métricas.

  • Motivos: partes de un tema frecuente repetidos: el correr de la sangre.

  • Temas: lugares comunes: la descripción de una batalla.

  • Fórmulas fáticas: oid, viéredes,…

  • Fórmulas exclamativas: Por ejemplo ¡Dios + que + adjetivo!

  • Es una marca de oralidad, por lo que de mnemotécnico supone la parataxis y las esticomitia, o ausencia de encabalgamiento.

  • Binomios inclusivos: por ejemplo hombres e mugieres por todo el mundo.

  • Sus características externas delatan el uso de fórmulas enumerativas o deícticas de posible origen francés según los estudiosos, para captar la atención del espectador (“mientras que viéredes”…). Asimismo destaca el anisosilabismo del verso épico, que generalmente oscila entre un cómputo métrico de entre 10 y 20 sílabas, pero nunca se concluye en versos de sílabas regulares. Además y para facilitar el recitado de los textos, suele utilizarse una cesura intermedia que divide el verso en dos hemistiquios o partes de una extensión aproximada. De igual modo, las tiradas temáticas son de distinta extensión, puesto que no constituyen estrofas en el sentido métrico sino temático, con lo cual, la tirada se cierra sólo cuando se agote el tema.

  • Uso de la denominada/-e/” paragógica se añade en los finales consonánticos (como reacción a la apócope extrema de la época), aunque en opinión de Menéndez Pidal, no se trataría de una “e” paragógica, sino más bien etimológica, como resto del primitivo romance castellano y que el poema épico recoge para potenciar el valor arcaizante de los hechos narrados.

  • Empleo del epíteto épico es también otro de los rasgos definitorios del “Cantar de Mio Cid” como manifestación del género épico, de ahí su profusa utilización en la obra;“el que en buen hora nació”…”el que en buen hora cinxó espada”…

  • Por lo demás presenta versos anisosilábicos, de rima asonante. Están divididos en hemistiquios predominantemente de entre seis y ocho sílabas, por eso podemos encontrar algunas rimas internas entre hemistiquios. Las tiradas, o laisses, puede unirse mediante versos de encadenamiento, que inician una tirada con el mismo verso que acabó la anterior.

     Por lo demás encontramos ciertos rasgos de estilo: paralelismos, lítotes, anáforas, enumeraciones y una movilidad interna marcada por la alternancia de verbos sin lógica gramatical. La épica tiene un predominio del estilo elevado basado en la Rota Virgilii de un anónimo carolingio y que sigue nuestro poema:

Tipo

Obra de Virgilio

Estilo

Pastor

Bucólicas

Humilde

Agricultor

Geórgicas

Medio

Noble

Eneida

Elevado

9-OTROS CANTARES DE GESTA ESPAÑOLES

     Además del Cantar de mio Cid solo se han conservado de forma escrita el Cantar de las Mocedades de Rodrigo y unos cuantos versos del Cantar de Roncesvalles. Los filólogos han reconstruido otros pasajes de la perdida épica castellana a partir de fragmentos mal prosificados en las crónicas, donde sirvieron como fuente de información. Así pues veremos estos otros dos que hemos logrado conservar hasta el siglo XXI:

  1. Las Mocedades de Rodrigo, compuesto hacia 1360, es el cantar épico más tardío que se conserva. Se basa en un Cantar de las mocedades de Rodrigo anterior que data de la segunda mitad del siglo XIII. Narra episodios de la juventud del Cid.

  2. Fragmento de unos cien versos del Cantar de Roncesvalles escrito en castellano con rasgos de romance navarro-aragonés a comienzos del siglo XIII. Es el único testimonio épico español que recoge la materia carolingia, que en el norte de Francia dio lugar a la Chanson de Roland. El fragmento refleja el planto de Carlomagno por la pérdida de su sobrino Roldán.

Como hemos comentado en la introducción de este apartado también existieron, según los críticos, serie de Cantares de gesta “hipotéticos”, es decir, muy probables por las citas y los versos sueltos de las crónicas halladas. Veamos los más conocidos:

  1. El Cantar de los siete infantes de Lara, donde se narra una venganza largamente postergada entre familias rivales. Su argumento nos es conocido a partir de versiones cronificadas en prosa.

  2. El Cantar de Fernán González, cantar perdido que ofrecía una versión anterior al Poema de Fernán González, este último escrito en cuaderna vía.

  3. Cantar de Bernardo del Carpio, poema perdido que narraba la trágica historia de un bastardo de origen noble por liberar a su padre, el Conde de Saldaña, encarcelado por haberle engendrado en una princesa real; en sus esfuerzos por rehabilitar la honra familiar, es injustamente tratado por su rey Alfonso el Casto. Su argumento se ha podido deducir a partir de las crónicas.

  4. El Cantar de Sancho II y el Cerco de Zamora podría haber sido compuesto unos años después del asedio del rey Sancho II de Castilla a Zamora. Se conserva en prosificaciones de la Estoria de España. Narra la muerte de Sancho a manos de Vellido Dolfos para lograr la liberación del cerco de Zamora y el duelo entre los hijos de Arias Gonzalo y Diego Ordóñez.

  5. El Cantar de la campana de Huesca es un cantar del reino de Aragón reconstruido a partir de la prosificación que de este se hace en la Crónica de San Juan de la Peña. El poema épico narra la decapitación de los nobles aragoneses declarados en rebeldía contra el rey Ramiro II de Aragón que conforma la leyenda de la Campana de Huesca. Su primera redacción, según Manuel Alvar, dataría de mediados del siglo XII.

     Menor importancia tuvieron el Mainete (del que hay un testimonio inserto en la Gran conquista de Ultramar) y otros.

10BIBLIOGRAFÍA

-AAVV. Wikipedia.org

-AAVV (2005). Diccionario de la Lengua Española. ASALE

-AAVV-Temario de lengua y Literatura Española (para oposiciones). Proyecto Aula

-AAVV-Temario de Lengua y Literatura Española (de oposiciones). CEDE

Alborg, J. L. ;Historia de la Literatura Española

Menéndez Peláez, J. ;Historia de la Literatura Española Medieval. Vol. I. Ed.Everest

Deyermond, A. Historia de la Literatura Española. Ed. Ariel

-Lapesa, R. (2004). Introducción a los estudios literarios, Cátedra.

Rico, Francisco & alii (1991). Historia y crítica de la literatura española. Ariel

Riquer, Martí & Valverde, J. M.ª (2010) . Historia de la literatura universal.Gredos

Yanez, Deisy. “Épica española: Contexto, características y Obras notables”. En Lifeder.com

OTROS

Poema de Mio Cid; Ed. Crítica de Colin Smith

Poema de Mio Cid; Ed.Crítica de Ramón Menéndez Pidal

Deja un comentario